martes, 26 de enero de 2016

Una vez

   Pude sentir que me miraba directamente a los ojos en la oscuridad de la habitación. Pero por primera vez, no sentí que fuese una mirada inquisitiva o una mirada que tratara de sacar provecho de algo. Tampoco buscaba juzgar y tampoco quería solo estar ahí, de observador pasivo. Era una mirada suave, que se reforzaba con su suave tacto sobre mi cuerpo. Estábamos de lado y solo nos mirábamos. No me sentía incomodo como en muchas otras ocasiones, no tenía ganas de reírme o de salir corriendo, solo estaba allí disfrutaba de ese momento tan particular pero tan único.

 Entonces nos volvimos a besar y fue como si todo comenzara de nuevo, de alguna manera, pues pude sentir esa pasión en su manera de besar y en como su mano me cogía con fuerza, como si tuviera miedo de que fuera a desaparecer en cualquier momento. Y la verdad es que no lo pudo juzgar por ese miedo porque las posibilidades de que lo hicieran siempre habían sido altas y, siendo sincero conmigo mismo, todavía existían. Sin embargo, sus besos bajaban esas defensas que por años habían sido pulidas y habían hecho tan bien su trabajo.

 No volvimos a lo mismo porque estábamos cansados. Esa primera vez había sido muy intensa y, hay que decirlo, muy satisfactoria. Llevábamos ya horas en esa habitación de hotel y teníamos medio día más del día siguiente antes de tener que volver a nuestros respectivos hogares. Era extraño, porque veníamos de la misma ciudad pero no compartiríamos vuelo de vuelta. Nos separaríamos en el aeropuerto como en las películas de antes.

  Pero yo no pensaba en eso mientras estaba en la cama con él, mientras sentía ese olor que años antes ya conocía. Debo decir que lo más placentero para mi era simplemente abrazarlo, sentir todo su cuerpo contra el mío, su respiración y los latidos de su corazón. Eso me daba una dimensión entera de alguien más, algo que no había sentido en mucho tiempo y que me cambiaba por completo el panorama de la vida que tenía metido en la cabeza. Solo hundí la cabeza en él y me empecé a quedar dormido, casi al instante.

 En ese momento, sin embargo, recuerdo que él dijo algunas palabras. Era lo primero que decía desde que habíamos estado en el restaurante del hotel, comiendo y bebiendo. Lamento mucho en este momento no saber que fue lo que dijo. No sé ni una sola de las palabras y sé que me perdí de algo especial, no creo que hubiese dicho algo fuera de tono, algo fuera de ese momento que yo sabía era muy especial para mí y también para él. Solo recuerdo sentir el calor de su cuerpo y sentirme casi mecido por el placer y un poco por el alcohol que habíamos consumido, que no había sido mucho sino la cantidad justa.

 Nos habíamos movido al pasar la noche. Yo estaba ahora boca abajo y él se había recostado parcialmente sobre mi. Y la verdad era que me sentía muy cómodo con eso. Sentía sus pies enredados con los míos, sus piernas que era un poco más largas que las mías, por lo que él estaba casi en posición fetal y yo estaba completamente estirado. Una de sus manos estaba sobre mi cuerpo y tuve mil pensamientos al mismo tiempo, desde la ternura hasta la vergüenza. Todo eso me pasó por la cabeza en un momento pero no me moví ni hice nada para dejar de sentirlo.

 Fue cuando sonó el teléfono de la habitación que fingí despertarme justo entonces, cuando llevaba ya varios minutos de pensar y pensar. Descolgué el aparato y era la mujer del hotel preguntando si también deseaba servicio a la habitación esa mañana. Yo no sabía de que hablaba entonces le dije que sí. No era mi habitación y por lo visto ella no sabía bien quién se quedaba allí porque mi voz no era como la de él. No se parecían en nada. Él decía que uno siempre oye las voces de los demás mejor pero de todas maneras yo sabía que la suya me gustaba más que la mía.

 Como lo vi despierto le conté de la llamada y él sonrió. Nos besamos de nuevo y esta vez se sintió diferente pero no menos cómodo. Sentí algo extraño, como si lleváramos años en esa habitación y esa no fuera nuestra primer noche juntos sino solo una de toda una vida. Fue perfecto hasta que tocaron a la puerta y tuve que esconderme en el baño pues la política del hotel era estricta. Él solo se puso mis bóxer y abrió a la joven que traía el desayuno. Él le agradeció y ella se fue en menos de un minuto.

 Entonces él me miró, yo apoyado contra el marco de la puerta del baño, y me dijo que me veía como una estatua griega. Yo no reí. Solo esbocé una sonrisa, me sonrojó y me acerqué a la cama. Esos comentarios no eran algo a lo que yo estuviera acostumbrado y fue la primera vez que me sentí incómodo con él. No me gustaban esos halagos salidos de la nada, llevaba una vida en la que nunca me había creído ninguno y para mi significaban solo las ganas de sacar algo de mí. Y eso no me gustaba para nada.

 Empezamos a comer y pronto olvidé sus palabras. Compartimos los huevos revueltos, el jugo de naranja recién exprimido, el jamón ahumado y el tocino. Había también quesos y pan con pequeñas mermeladas y mantequillas. No me había dado cuenta del hambre que da tener relaciones sexuales. Es algo muy cómico cuando uno lo piensa. Creo que comí más que él y estuve a punto de avergonzarme otra vez cuando él me abrazó y me dijo que era suave y que quería ducharse conmigo, lo que hicimos durante varios minutos.

 Nos cambiamos y, como era domingo, ya no había conferencia a la cual asistir ni ninguna responsabilidad con nuestros trabajos. Solo estábamos nosotros entonces decidimos ir juntos al zoológico de la ciudad. En parte, él ,e había dicho que había visto muchas fotografías del lugar y que le gustaban los zoológicos a pesar de saber que los animales eran mucho más felices en libertad. Era una contradicción que tenía dentro de sí, pues odiaba el maltrato y la tristeza. Terminó diciéndome que si hubiese elegido otro camino en la vida seguramente habría hecho algo con animales, como ser veterinario o algo por el estilo.

 En esa caminata al zoológico aprendí mucho de él pues se puso a hablar y entonces sentí que éramos viejos amigos, cuando nunca lo habíamos sido. Sentí que nos teníamos una confianza enorme, que nos estábamos confesando de alguna manera, así fuese él el único que en verdad lo hiciese. Era todo muy extraño, pues a él lo recordaba de una forma tan diferente a como lo veía ahora que se sentía extraño estar allí, como si nada del pasado jamás hubiese pasado, como si la noche anterior sus cuerpos no hubiesen estado en éxtasis al mismo tiempo.

 Después de pagar las entradas, pasaron por la zona de los pájaros a los cuales les tomaron varias fotografías. Después de ellos estaban los reptiles y anfibios y se notaba que a él no le gustaban nada las serpientes mientras que a mi siempre me habían parecido tan interesantes. Estos roles se cambiaron en la casa de los insectos, donde yo caminé lejos de las vitrinas y él me iba describiendo las criaturas. Hubo risas y silencios todo el tiempo, y creo que nos tomamos de la mano una que otra vez. Pero no me fijé.

 En los pingüinos nos quedamos varios minutos, creándoles historias y viéndolos ir y venir con ese caminar tan particular.  Habían leones y tigres, que nos ignoraron totalmente, también elefantes, hipopótamos y un rinoceronte muy solitario al que planeamos liberar en nuestras mentes. Lo alejé de allí, esta vez muy consciente de haberlo tomado de la mano, llevándolo hacia una banca que estaba al lado de un árbol enorme del que se alimentaban las jirafas que vivían justo en frente.

 Mientras uno de los animales comía, solo lo mirábamos, todavía tomados de las manos. Entonces, de la nada, él me preguntó que pasaría cuando volviéramos. Como si yo tuviese la respuesta. Le dije que había que ser prácticos y afrontar que nuestras responsabilidades, o más bien las suyas, impedían cualquier encuentro futuro. Yo le aclaré que jamás podría ser una persona en las sombras y él me apretó ligeramente la mano, como aceptándolo. Me dijo que quería decirme algo, pero que sentía que me conocía y que de todas maneras ya me lo había dicho la noche anterior. Yo no insistí.

 Esa noche viajamos juntos en taxi al aeropuerto. Ninguno ayudó al otro con el equipaje, que solo era una pieza de mano por cada uno. No nos tomamos de la mano ni nos dimos un beso. No hubo casi nada, solo un café en el que reinaron los silencios y las miradas que trataban de no ser comprometedoras pero fallaban monumentalmente. Al final, cuando yo salía primero y él tenía que esperar un tiempo más a su vuelo, tuvimos que abrazarnos. La verdad es que quise llorar porque todo en mi interior carecía de sentido. No quise que me viera así pero entonces, al separarnos, vi una sola lagrima caer de sus ojos. Nos miramos una última vez y entonces nos separamos.


 Todo sigue igual que en ese momento. Y no sé que hacer.

lunes, 25 de enero de 2016

Forgotten

   When she looked at her face in the dirty mirror, she did not recognize her own self. She touched her face, clean it with the few drops of water that came out of the sink and just looked at her hideous face. Somehow, time had deformed it, changing from those times in which she had known proper food and a stable way of life. It hadn’t been like that for a very long time and she even doubted that all of the past she remembered had happened. Maybe she had invented all of it from TV, which now she loved to watch.

 The motel where she worked was the perfect place for her because there was no pressure in getting anything done. Her boss was a very fat man that couldn’t even go to the second floor of his own business, so she could spent all of the time she wanted up there and he would only yell at her once she came down, not having changed the sheets properly or without cleaning all the bathrooms of the very old building.

 She had chosen her name to be Carrie. One night, she had seen that very scary movie in her room and had loved it so much she had decided to be named like that. Her boss agreed to call her that as it was better than calling her “girl” all the time. She was thankful he was only a very stubborn man, as maybe her luck would have been pretty different if she had fallen into the hands of someone else. After all, Carrie was not her name as she did not remembered anything from her past accurately, only parts and feelings, like the ones that indicated her she had changed physically.

 Carrie had been working there for more than two years, and she was much more experienced now that she had been in the past, so just imagine how bad she was when she first started scrubbing floors and fixing small problems that people had in their rooms. Not that many people came to this part of the world. The world was normally empty, only some cars that wanted to take a more scenic rout would end up in the motel. The rest took the highway, which was better and much faster. But Mr. Ray, the fat man, never even thought of changing the location of his motel.

 Apparently, it had been a family estate. So when Mr. Ray’s parents died, the motel became instantly his and he had been managing it from the age of twenty. Carrie secretly admired him because the place could be much worse bur Mr. Ray kept it afloat; although how he did it was shrouded in mystery. Not many people came in and he only had two people to attend to the twenty rooms he had available. Carrie was in charge of all the chambermaid duties, Mr. Ray himself was the repairman (even if he did not know what he was doing most of the time) and there was also and old man called Timmy, who was the one protecting everyone and everything within the premises of the motel.

 So most days Carrie would only clean half of the rooms, as the other ones were rarely used, and she mused about what her life had been before. Mr. Ray had convinced her that looking for her past could not en up well for her and at first she thought that he only wanted to keep her there, almost like a slave, but that wasn’t the case. He let her go to the nearest town, where she told the police of her situation. At first, no one believed her. And when one young guy decided to listen to her, he couldn’t anything about a missing woman fitting her description. She asked him to check again and he even let her try but there was nothing in there.

 When she finally gave up, the people of the police were kind enough to give her a new identity, so Mr. Ray was able to actually pay her and keep her healthy in his motel. With Timmy, they worked as a strange family but every time things were going too good in the motel, she was reminded of that past she had no idea about and started crying: what if she had been married? What if her parents were alive and missing her? What if she had been a mother? That was enough to make her cry all night and not making her able to sleep.

 One day, a young couple arrived at the motel. They wore really strange clothes and barely talked. As there was no one else in the building, Carrie tried to be very nice in order to get to know them better. She even made coffee for them and gave them some cookies she kept for herself. The strangers accepted the gifts, but she wasn’t really able to speak to them or looking at what they had in their suitcases. They would only open the door enough to have a short talk and that was it.

 Every day, Carrie attempted to talk to them and to do her job, cleaning the room. But she was never able to do any of that because they wouldn’t come out of the bedroom for anything. She knocked on the door, asking them if they wanted new bed sheets, water, coffee, their bathroom cleaned, candles… But the answer was always no. Only at night she would see the man walking out and driving off to town, then coming back with what appeared to be food.

 Those times the woman was alone, she tied to talk to her but Carrie realized it was her who was the crazier or weirder one. She wouldn’t even open the door to say the few words that came out of her mouth and Carrie knew she didn’t even stand by the door to say these things. It was very annoying after a while and they ended up staying in the motel for almost a month. Even Mr. Ray tried to talk to them once, but they only answered by paying a whole week in advance, so he didn’t insisted on asking them who they were and why they were barricaded in his motel.

 The man, however, was nicer. Carrie had been taken out the trash one night and she saw him arrive from one of his trips to town. He carried two bags with him and when she saw some liquid soap fell out of one of the bags, she just helped him and had a short conversation. He smiled a lot and it did not seem fake, it seemed like he really wanted to be nice but just couldn’t be fully nice in that moment. Carrie talked to him many times at night and she would only get some words but enough to know his voice and that the couple living there were loaded.

 Since they had arrived, they had spent a lot of money in food and probably other supplies. Besides, they would pay every week in anticipation and the car seemed to always have a full tank of gas. After the first two weeks, Carrie concluded that those two were running away from or with something, She even imagined they had killed people and the police should really know what was happening. But she was scared and decided to consult Mr. Ray before doing anything. He agreed and she called the young officer that had helped her search for her past.

 They decided it was best if they did it in the morning, as the couple would always make sounds later in the day, avoiding to be seen before midday. So the young officer arrived at the motel at nine o’clock and knocked on their door, announcing the presence of the police. At first, there was no noise, but as he kept knocking the door, there was a sudden strange sound. The officer understood the noise as something he had to respond to, so he kicked down the door (to Mr. Ray’s dismay) and shot one of the people inside and pointed at the other with the gun.

 Carrie came closer and saw the woman bleeding on the ground and the man terrified, fully dressed, by the window. They didn’t seem to have been sleeping; the bed sheets were in the exact same place Carrie had left them several days ago. None of them talked and when the officer attempted to call reinforcements with his radio, the man moved, causing the young man to be scared, shooting him several times. Carrie screamed and fainted.

 When she came to her senses, she was in the hospital. She had been taken there and Mr. Ray was in the next bed. Apparently the entire situation had been too much for him and he had a heart attack on the spot. Carrie did not feel bad, so she attempted to walk out the room but a police officer stopped her. It was a woman and she made her go back to bed. Carrie asked what had happened with the couple and the officer just told her that they had found them to be some kind of stalkers but that she shouldn’t worry too much about it, as she would get her answers pretty soon. So she waited, trying to sleep but unsuccessfully.


 The next day, she learned the young officer that had come to their aid was now facing jail, as there was no real proof the couple, which were dead, were any kind of criminals. However, they did found that they never slept in the days they were there, instead writing pages after pages about Carrie. They had taken pictures of her every day and, the strangest thing was that they had pictures that seemed to be her from a very young age. When looking one of the pictures, she cried because she couldn’t see herself in there. She was lost once again.

domingo, 24 de enero de 2016

Yo sólo me fui

   Yo sólo me fui. No quería saber nada más de la vida perfecta de nadie más, no quería saber si estaban felices porque, en mi concepto, no lo merecían. O tal vez era más bien que yo lo merecía tanto como ellos y no entendía como podían estar allí, tan relajados, tan tranquilos, diciéndome todas esas cosas como si yo fuera un muy bonito mueble al que le gusta escuchar de la vida de los demás. Si así fuese, simplemente preguntaría. No esperaría a que me lo dijeran al oído o que simplemente alguien me lo dijera, como quién lo hace cuando necesita desahogarse y le cuenta un gran secreto a su perro.

 Decidí caminar en la noche, sintiendo el frío en mi rostro. Me puse el gorro de la chaqueta en la cabeza, también con ganas de que nadie me viera la cara. No sé porqué fue eso, pero creo que sentía que en el rostro se veía lo que estaba pasando dentro de mi en el momento. El odio y la confusión y el sentirme, de nuevo, perdido y siempre en desventaja, como si fuera un estúpido juego en el que jamás pudiese estar arriba, de primero, pues siempre que muevo una ficha, las demás ya no están en sus mejores posiciones.

 Y eso era precisamente lo que me sucedía. Había tomado una actitud proactiva con la vida y había decidido que, aunque lo que hacía no era exactamente lo que me hacía más feliz en la vida, intentaría utilizarlo, convertirlo en algo útil para poder hacer esas cosas que sí me quitaban el sueño. Había decidido que este problema o situación simplemente no impidieran mi desarrollo como una persona y que no tuvieran la capacidad de hacerme sentir menos que los demás por el simple hecho de no estar interesado.

 Y ahora, que todo parecía estar estable de nuevo, venía la vida a recordarme lo solo que estaba. No puedo ser injusto y decir que él me echó en cara su vida y su amor y todo lo perfecto que vivía. No puedo porque no sucedió así, aunque debo decir que en algún punto de mi mente sí lo sentí así, de pronto porque había tratado de hablar con él alguna vez y no había ocurrido nada, tal vez porque me había gustado en secreto. El caso es que saber de su vida me produjo simple rabia aunque creo que era más envidia.

 Era lo mismo que ocurría al encender el portátil y pasearme por páginas de fotos y simplemente caer en una fotografía de alguna persona, de algún hombre mejor dicho, con el que alguna vez hubiese salido y encontrarlo allí sonriendo como un idiota de la mano de alguien más. Eso me daba una rabia increíble, a menos que hubiese pasado hacía mucho tiempo. Era algo que me ponía a pensar, pues siempre me preguntaba porque era yo siempre la llanta de repuesto, la que se pone mientras pasa el accidente y ya después se cambia por una que sí corresponda mejor al modelo del vehículo.

 Yo era esa llanta. O bueno, se puede hacer la analogía que quieran, el caso es que era siempre la persona que alguien elige para estar algunos momentos, algún rato, para diversión. Mientras caminaba creo que me reí, porque recordé esas palabras e imágenes de las prostitutas del siglo XIX y extrañamente me identifiqué con ellas. Aunque a ellas les pagaban, a mi solo me dejaban el corazón cada vez más vacío. Pero ambos, ellas y yo, no éramos lo que el mundo prefería, no éramos el ejemplo sino los errores.

 De pronto abrí los ojos de verdad y me di cuenta que no sabía en que calle estaba. Revisé el celular y retomé el buen rumbo. Donde dormía quedaba a unos dos kilómetros y los iba a caminar todos pues no tenía ganas de buses o nada por el estilo. Quería tener tiempo de pensar y no solo en la cama, quería poder despejar mi mente si es que eso era posible, aunque la verdad siempre que deseaba aquello nunca se cumplía. Solo llegaba al mismo punto muerto de siempre y entonces tenía que quedarme dormido con ese sentimiento de fastidio por todo. No era la mejor manera de dormir.

 No podía aplaudir a los demás por sus vidas, en especial si eran como yo. Era como celebrar lo bien que lo habían hecho todo, a diferencia del desastre que tenía yo en mi vida, en mi cabeza. Se iban a vivir juntos, compraban muebles, tenían trabajos, eran artistas y seguramente el sexo era mejor que en cualquier película pornográfica hecha por los seres humanos. Porqué habría de celebrar eso en la vida de alguien más? Porqué habría de enaltecer a alguien y así seguir permitiendo que yo mismo, e incluso los demás, me sometieran a estar siempre en el fondo.

 No es que en el fondo se esté tan mal, porqué no es así. Hay veces que es mejor estar aquí, donde nada duele de verdad. Donde nada parece ser tan en serio y hay posibilidades de error. Donde la gente es de verdad, de carne y hueso. Y sí, todos somos apenas sombras de lo que podríamos ser pero al menos somos algo. Aquí abajo no nos exigimos, aquí abajo no somos todos unos hipócritas, que cuando pasan al otro nivel se hacen los que nunca han bajado, como si yo no los conociera. Los he visto, he visto sus miradas que me atraviesan, he sentido sus manos que en verdad jamás me tocan y saboreado sus besos que son casi imperceptibles.

 A veces cambio la visión de las cosas y me digo a mi mismo que no está mal estar solo y estar siempre al margen de las cosas, no está tan mal ser eternamente la opción número dos. Me trato de convencer que así me divierto más, que así todo se trata del control que soy capaz de ejercer sobre alguien más, porque estoy seguro que tengo todas las de ganar en una relación que se trate sobre el control absoluto. No hay nadie que me pueda contradecir, que me pueda quitar ese convencimiento de mi cabeza.

 Y sin embargo cuando llego a mi casa, que comparto con gente que no me interesa en lo más mínimo, me encierro en la habitación que pago con dinero que no es mío y me quito la ropa imaginándome como lo he hecho cuando he estado con cada uno de ellos. Con los hombres que he conocido, y me doy cuenta de que, a excepción de algunos, siempre he sido yo el que me he quitado la ropa, nunca nadie me ha ayudado ni ha sentido las ganas de compartir ese momento ritual tan privado como es quitarse la ropa.

 Lo tiro todo al piso, pues no tengo ganas de ponerme a ordenar nada. En ropa interior me meto debajo de las cobijas y le pido a mi cerebro que el sueño llegue pronto pues no quiero seguir pensando más, no quiero que siga divagando de un lugar a otro, no quiero seguir sintiendo ese maldito puñal que siendo desde hace años apretándose contra mi pecho. No quiero volver a ese momento en el que todo me falló y tuve que caer para recomponerme. La verdad es que no creo sobrevivir otra caída, simplemente no podría.

 De pronto es la cerveza hablando, de pronto es la rabia que tengo contra todos esos desgraciados que simplemente sonríen y parece que todo les cae del cielo. Todo lo que tienen es perfecto y yo vivo mirándome al espejo y en fotos que me tomo y solo veo una cascara vacía, la sombra de alguien que simplemente no es, y probablemente, jamás será nadie. Y no es pesimismo sino un sentimiento que me sube por la espalda y que se expande en el estomago como una bacteria. Simplemente me hace saber las cosas. Me hace saber que no hago parte de ese grupo de risas y abrazos y felicidad eterna. No me tocó ese billete.

 Doy vueltas. En parte por el imbécil que cree que las cuatro de la mañana es la mejor hora para hablar a viva voz con la ventana abierta pero también porque mis pensamientos me acosan, me acorralan y me hacen sentir culpable, incluso recordándome las ocasiones en las que sé que hice lo mejor posible y que cualquier otra opción simplemente hubiese terminado en algo mucho peor. Ellos seguro no piensan en mi porque, para qué? Pero yo si pienso en ellos y sé que les hice un favor, sé que cuando se terminan esos minutos en los que me necesitan, debo dar la vuelta y volver a las sombras, antes de que caiga ese regalo del cielo que a todos les toca menos a mi.

 Aunque bueno, tengo otros regalos y por eso quejarme se siente tan mal. Tengo a mi familia, que siento cerca todos los días, y tengo estabilidad mental por ahora. Lo primero jamás me fallará y lo segundo… Lo segundo seguramente lo hará en algún momento pero prefiero cerrar los ojos y tratar de vivir un día por vez. Trato de respirar con calma, trato de calmar a los dragones y creo que lo logro porque, al fin y al cabo, tengo experiencia en esto.


 Cuando por fin duermo, mi mente me trata mal, es cruel conmigo. Pues estoy en una pradera y más allá se ve el mar. Camino y estoy al borde de un acantilado y entonces, a lo lejos, veo a alguien. No puedo ver su cara pero me saluda y ese saludo me sacude todo lo que tengo dentro. Ese saludo me destroza y al mismo tiempo me hace sentir real, me hace sentir que existo y que estoy aquí. Entonces corro hacia él pero el sueño se desvanece y pasa a ser todo solo una más de esas nebulosas mentales, de esas que clavan el puñal un poco más dentro de mi carne.

sábado, 23 de enero de 2016

Alone in the desert

   There was no wind. Only the heat and the sand that was very soft and in which her feet sunk deep, making every step very difficult to make. She had been holding her shoes on one hand but suddenly decided to drop them and let the sand claim them. She might never return to that beautiful hotel she had been staying in and even if she did, she had more shoes there, where they could actually be used.

 She stopped walking sometimes and tried to compose herself, looking in every direction; desperate to get any sign of life or of the person she had been following. Suddenly, she saw a scorpion come out of the sand and just ran the opposite way, not minding the heat, the sand and the fact that she had to climb a really big sand dune to escape the small creature.

 It was on top of that sand structure that she saw the oasis that the woman she had encountered in the market had told her about. Or at least it seemed to be it, because all of those water springs in the desert looked the same and she couldn’t forget that she might be imagining the whole thing, her mind already being affected by the heat and by having walked around a very still desert for at least an hour now.

 Once she made it to the oasis, she realized it was real and just when straight for the water. The small pool of liquid that was there was no good for swimming but good enough for her feet to relax and have a well deserved rest. She also took some water in her hands and drank, feeling how her body thanked her for it. As she drank, she looked around. Besides that small pond, there were only three palm trees, a few rocks and that was it. It was a very small island of life in the immensity of the desert.

 She started thinking that maybe she needed to go back but then she realized she had no idea what “back” meant as her senses of direction was not precisely on point. She had her cellphone with her but, obviously, it had no signal and the map feature wasn’t working. So she just there, here a soft breeze that brushed through those parts and moved the leaves of the palm trees.

 But the sound also moved something the woman had failed to see. Just in front of her there was the pond, and after that one of the palm trees but the wind made her notice some sort of fabric that was caught behind the palm tree. She stood up slowly and then realized she really needed to open her eyes better because what lay in front of her was not just fabric, it was a women dressed in a black gown, barefoot, apparently passed out, just there in the sand as if it was the most normal thing of Earth. She thought the woman looked beautiful but also a bit scary.

 Her body was very still. The other woman came closer and noticed she had a beautiful bracelet on her right arm and a necklace made also from gold. The bracelet had a name on it: Desi. She concluded that her companion’s name was Desi and that someone had left her there, because she was so perfectly put on the ground that it wouldn’t be possible that she had fainted and just assumed that very calm position.

 Desperate for human communication, the woman touched Desi’s face and caressed it a little bit too hard in order to wake her up but it didn’t work. She also tried shaking him by the elbow and the shoulder, even going to the extent of doing it really strongly, but without success. The last thing she tried was tickling her sleeping companion’s feet with her fingertips but the body didn’t even move a millimeter.

 So the woman just sat there besides her sleeping, or maybe dead, companion and just stared at the pond and the palm trees, secretly begging for an answer to this ridiculous situation. She even attempted to remember what it was that had drawn her out of her suite into the desert but the only thing she could remember was the voice of the woman in the market, telling her to find that oasis she was in right now, and wait for a revelation to occur. Maybe that was the place where she was destined to know a great truth but, being honest to herself, she didn’t want to know any truths if it meant being in the middle with nowhere with a dead body.

 She shook Desi violently this time but the body wouldn’t budge so she decided she didn’t care. Also, she decided to go back to her hotel and just hope that the same voice that brought her there was capable to get her back into a nice bed and a continental breakfast. She had been out of bed before dawn and she felt dusk was about to take place and she certainly didn’t want to spend a night in a place filled with scorpions.

 So she just stood up and started walking the way she thought her hotel was located in. Her steps were more secure now and the sand didn’t engulf her feet as it had been doing before. She almost floated over the sand and walked with much more grace than anyone else could in such an awful place. She reached a high dune and decided to look back; in order to give a last look to dead Desi but the oasis wasn’t there anymore. There was only sand.

 It was the first time that she felt scared and that feeling was accentuated by the fact that the sun was less and less bright, and she could already see the moon in the sky, very bright and all of her features visible. The moon seemed massive in the desert and she found herself looking at it for a long time before she remembered her wish to go back to the hotel.

 She walked and walked. But couldn’t reach any place. She was now thirsty and no oasis awaited her in the route she had chosen. She just had to keep on walking but she wasn’t walking as secure as she had been walking before. Her feet were starting to sink again and she felt very insecure about every single step she took. It was very sudden when fear took over her mind: she was sure she was going to die there, all alone, cold and with a thousand scorpions and other creatures of the desert poking her lifeless body, Her mouth would fill with sand before her whole body was to be covered by the desert, forgotten by the world there.

 It was a bright light that made these thoughts go away. But the light had been just a flash, just a moment in time that she never saw again. She kept walking and decided to travel only on the crests of the tall dunes in order to have a vantage point and not be surprised by death, if it came from beneath her. But it was there, the moon almost in the highest part of the sky, that she saw her again.

 She recognized the dress and her face and ever her feet, there in the dark. The moon illuminated Desi and that beautiful blue light bathed her in a strange aura that made the woman feel scared but also very calm. It was as if her mind was screaming but her body was incapable of acting on that fear. She was kind of paralyzed, also fascinated by the fact that the woman she had seen earlier was there, looking at her.

 But none of them moved. Not until Desi took off her necklace and let it fall into the sand. Then, a gust of gust covered her body and she was never seen again. She had been an illusion or maybe a dead person. That was why the lost woman had not been able to wake her up. She walked to the spot where she had been standing and grabbed the necklace from the sand. Just like the bracelet, it had a charm with a name. And the name was Florence.

 It was right then that she opened her eyes and realized the desert was there, just beyond the windows in her room. Her grandiose bedroom was there, all the complimentary beverages, the fruit basket that had been given to her as a gift and all of her clothes and shoes. Florence just touched her face and the rest of her body, trying to understand what had just happened. She stood up and went to the bathroom. She checked her eyes and her mouth. And then she just looked at her reflection.

 And as it happens often, she forgot Desi’s name, and the scorpions, and the body in the oasis. But she didn’t forget the fact that she had dropped some shoes in the desert, that she had found a necklace with her name on it or that a voice had called from beyond.


 She cleaned her face with cold water and decided to get some breakfast but, just as she walked in the space between the window and the bed, Florence stepped on a small mound of desert sand.