domingo, 20 de septiembre de 2015

Correo misterioso

   Teresa ya estaba acostumbrada al trabajo y hacía todo de forma automática. Estando encargada de reabastecer los estantes de un pequeño supermercado, sabía cuando tiempo debía tomarse en cada estante para demorarse el tiempo justo hasta la hora de almorzar. Si hacía todo antes de esa hora y si los dueños decidían que estaba siendo muy lenta, la ponían a limpiar los pisos y eso era lo peor que podía ocurrirle. Los brazos terminaban doliéndole mucho y cuando llegaba a casa en la noche tenía espasmos al acostarse. Pero hacía lo que le pidieran pues necesitaba el trabajo y el dueño del lugar pagaba muy bien, pues solo tenía tres empleados: su hijo que ayudaba a veces con los mismo que Teresa y su esposa que atendía la caja.

 A la vez que trabajaba en el supermercado, Teresa también estudiaba en la universidad. Su sueño era convertirse en una arquitecta renombrada pero tenía que confesar que no tenía la misma imaginación e inventiva que muchos de sus compañeros de clase. Había momentos de lucidez intelectual, como a ella le gustaba llamarlos, pero no ocurrían todo el tiempo y menos cuando llegaba a clase cansada luego de trabajar de siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Estudiar de noche era lo único que le quedaba pero la mayoría del tiempo no sabía ni lo que estaba haciendo y eso que todo el resto de compañeros pasaban por lo mismo. Teresa luchaba muchas veces por estar despierta y poner atención pero las ideas simplemente no fluían tan fácilmente.

 Además, y puede que lo más difícil del cuento, es que Teresa vivía completamente sola en un pequeño apartamento y su universidad la pagaba el Estado. Esto era un arreglo modelado para ella pues sus padres habían trabajado para el país por muchos años y habían muerto en el trabajo. Hasta donde se acordaba, ellos habían sido trabajadores del ministerio de obras públicas y habían muerto atendiendo una tragedia natural pero no sabía si había sido un terremoto o un volcán u otra cosa. En todo caso el Estado, a modo de compensación, le pagaba la universidad. El apartamento era uno que había sido de su padre cuando joven, o algo así, y ella lo había heredado.

 A ella siempre se le había hecho curioso que una persona joven fuera dueña de un apartamento y que el Estado fuese tan atento con ella solo porque sus padres habían muerto en un accidente del que nadie hablaba. Muchas noches, cuando no estaba rendida, Teresa trataba de recordar las caras de sus padres y el momento en que ella había entendido que ellos habían muerto. Pero simplemente no recordaba nada de nada, ni de alguien diciéndole la noticia ni los detalles del accidente de sus padres. Solo sabía que era pequeña, que la cuidó una tía hasta que tuvo dieciocho años y ahí se independizó y empezó a estudiar y trabajar.

 Secretamente, porque de eso Teresa no hablaba con nadie, ella soñaba que sus padres volvían y que le explicaban que todo había sido un terrible malentendido, en el que habían confundido a su padres con otra pareja. Y la habían dejado sola porque eran espías o algo parecido. Al final, cuando terminaba de soñar despierta, sonría y se daba cuenta de lo ridículo de las cosas. Ella incluso había ido a las tumbas de sus padres pero no le gustaba ir al cementerio pues no creía mucho en ir a hablarle a dos personas que ni existían. Sonaba cruel, pero así eran las cosas y a pesar de que ella soñaba siempre con los mismo, la verdad era que ahora era una persona independiente y ya no necesitaba de ningún tipo de familiar que velara por ella.

 Sin embargo, alguien comenzó a preocuparse. Se dio cuenta uno de esos días que llegaba rendida, cuando revisó la casilla del correo y se dio cuenta que había un sobre blanco pequeño solo con su dirección. En su cama, abrió el sobre y al hacerlo vio como cayeron varios billetes y adentro del sobre había más. Era mucho dinero. Pero lo más sorprendente del asunto no fue eso sino que por esos días ella tenía una deuda que debía pagar con una tienda de suministros para estudiantes de arquitectura, donde vendían todos los materiales para hacer las maquetas y demás. En el sobre había un poco más de lo que necesitaba para saldar la cuenta.

 Al día siguiente fue a pagar y la mujer del lugar le contó que habían recibido su carta para esperar un poco más y darle un día más de plazo para pagar. Ella sonrió y no dijo nada pero la verdad era que no había escrito ninguna carta. Ella pensaba que el plazo vencería y el monto a pagar simplemente se volvería más difícil de pagar pero eso no fue lo que ocurrió. Alguien la estaba ayudando, enviando esa carta y el dinero para pagar su cuenta. No preguntó por la carta pues hubiese sido extraño pedirle a la mujer algo que ella misma había escrito. Tampoco quería que la gente pensara que se había vuelto loca y eso que ya lo parecía a veces, cuando tenían mucho trabajo y estudio acumulado. Después de pagar se fue a casa y la semana siguió sin nada a notar.

 Por lo menos fue así hasta que recibió una caja llena de bolsitas de té. Era muy curioso, no solo porque la caja de nuevo no tenía remitente, sino porque ella amaba el té y la persona que lo había enviado seguramente sabía que a ella le gustaba. Esta vez, dentro de la caja, había una pequeña nota escrita en computador. Simplemente decía “No duermas en clase”. Esto la asustó más que nada y dejó la caja en la cocina sin revisar nada más. Esa noche no pude dormirse rápidamente, pensando que la persona que le había escrito ese mensaje sabía que ese mismo día ella se había quedado dormida en clase, sin que nadie se diese cuenta. O eso pensaba ella.

 Las próximas clases, estuvo despierta y con los ojos muy abiertos pero más que todo por el miedo de alguien, un pervertido o un loco, la estuviera vigilando en todas partes. Lo sucedido la estaba volviendo paranoica pues saltaba con cualquier sonido y respondía de mala gana a cualquier pregunta. Ya no tenía la concentración de antes para arreglar las estanterías y tuvo que pagarle a la esposa del dueño dos frascos de aceitunas que fueron a dar al piso por ella estar distraída mirando a su alrededor a ver si alguien las estaba observando. Todos los días era lo mismo y a veces se volvía peor, en especial cuando le llegaba algún sobre con un mensaje parecido al anterior, alguna frase corta que destruía con un encendedor.

 Ella no quería consejos ni dinero ni ayuda de nadie. Quería tener una vida en paz, tranquila y sin tener que estar mirando pro encima del hombro. Era una pesadilla tener que abrir la casilla de correo para ver si ese día el loco o la loca que la perseguía le había enviado algo. Estaba tan mal, que empezó a pensar que de pronto era que sus sueño se había convertido en realidad y que sus padres habían vuelto de donde sea que estaban para hablar con ella y vivir juntos todos de nuevo. Pero esa conclusión tenía problemas pues no tenía sentido que sus propios padres jugaran a las escondidas con ella, y menos ella sabiendo que le habían dicho que estaban muertos. No hubiese tenido sentido que se ocultaran como si fueran asesinos o algo peor que eso.

 Nada parecía tener sentido. Al menos no hasta que Teresa decidió tomar el toro por los cuernos y se fue con todas las cartas más recientes a la oficina de correos, donde preguntó por el remitente de las cartas. Por ley, ella tenía derecho a saber quién era la persona que le estaba enviando tantos mensajes y dinero y cosas para comer. Un hombre de la oficina de correos, que parecía ser muy hábil con el sistema, le dijo que le prometía encontrar al remitente pero que tomaría tiempo pues la persona se había ocultado muy bien detrás de todo el embrollo que era el sistema de correos. El hombre trabajó en ello toda una semana hasta que dio con una dirección y se la dio a Teresa por teléfono.

 Ella fue hasta allí. Hubiese podido averiguar un teléfono o incluso un correo electrónico pero pensó que lo mejor era hacer las cosas en persona para que quien sea que la acosaba, entendiera el mensaje de que ella no iba soportar más esa situación. Tocó a la puerta y abrió una anciana, una mujer muy encorvada y con demasiadas arrugas en la cara. Al ver la cara de Teresa, la mujer empezó a llorar. Del fondo de la habitación, vinieron una mujer y un niño y cuando vieron a Teresa también hicieron caras pero se ocuparon primero de la anciana. Todos entraron a la casa y después de un rato, la mujer sentó a Teresa a una mesa y le explicó lo que había estado sucediendo.


 La anciana era su abuela, la madre del padre de Teresa. Ella se había distanciado de su hijo pero había sabido de su muerte hasta hacía poco y la culpa la había hecho investigar sobre él. Había dado con la existencia de Teresa y había utilizado a su enfermera y a su hijo para que siguieran a Teresa y averiguaran que necesitaba. Ellos la habían ayudado con todo y ahora la mujer estaba bastante frágil de salud, razón por la cual había hecho todo lo posible por acercarse a Teresa pero sin hacerle daño. Teresa tuvo sentimiento encontrados pero al fin de cuentas esa era su abuela. La cuidó unos meses hasta que murió y entonces empezó a ir al cementerio. Tenía que hacer las paces con su familia y con el pasado.

sábado, 19 de septiembre de 2015

Drunk gentleman

   The moment I opened my eyes, I realized how much I had to drink the night before. I didn’t even tried to sit down or stand up; I just opened my eyes and then shut them again. Although I didn’t really remember everything that had happened the night before, I was glad to know I had gotten home and that my cellphone and my wallet were in the nightstand. Those were the most important things to know, that I was alive and ok and in the right place. But my head was spinning so much I decided to close my eyes and try to get some more sleep. It had to be a Saturday or Sunday so I didn’t have to be anywhere or to do anything. I turned around, feeling cozy and warm and then, when I stretched my feet a bit, I felt someone else in bed with me.

 My eyes opened immediately but everything I could see was a head, short auburn hair and a tattoo on the shoulder, that happened to be uncovered, as he wasn’t wearing a t-shirt. I was only wearing my underwear but that didn’t matter, as that was my bed, in my home. Who was that guy? I had no idea and I didn’t wanted to be rude and wake him up just to ask. After all, he was there for a reason. Normally, any friend or friend of a friend would stay in the couch, which was very comfortable. But, somehow, I had decided not to leave him there but instead ask him to sleep with me. I then raised my head a bit and looked at the nightstand again and at the floor. There was nothing on my side that would indicate intercourse.

 Then, I remained still for a moment as I checked mentally if any part of my body felt funny. As I did that, I realized how bad my memory was at retaining any kind of information. Not only I couldn’t remember a single thing from the night before, I had to practically touch myself to know if I had sex with the man that was sleeping beside me. That made me feel like shit, as if I did that kind of thing every time I went out. I then turned around and closed my eyes and tried to think of something to do, a way to know who he was or why he was there. The best idea would be to write my friends and ask them if they knew, although that would reflect very poorly on me. Anyway, I fell asleep in no time because of how tired I was.

 It always happened that, when I had too much to drink, I would have the wildest and weirdest dreams. That time was no exception as in, the probably one hour that I rested my eyes, I dreamt about some strange creatures that I was supposed to kill with a team of others. We were using laser weapons and the guy that was sleeping beside me was there too, covering the left flank. It was like being in a movie, people shooting all around. I was having a lot of fun there but then the dream changed and I was in a room observing two people having a fight. They couldn’t hear me and I couldn’t do anything to intervene. The yelling and their insults made me wake up, sweating a bit.

 I sat on my bed, trying to catch my breath, realizing it had only been a dream. It was a nightmare that always came back, a remembrance of a past I always tried to forget. Then, I realized the guy on my side was not there. For a second, I thought I had just imagined him but then I saw his clothes on the floor and realized he was still around. It was exactly at that moment when he came in with a tray, my only tray. There was some orange juice, a sandwich made in the toaster and a banana. But that really wasn’t what surprised me most. The guy had the body of a model or even better. Instinctively, I pulled up the sheets, as I didn’t wanted for him to see my body, which was very far from his in terms of beauty and acceptance. He had some other tattoos and he was only wearing some black briefs.

 The beautiful man passed me the tray and told me he had already had breakfast. The only thing I could do was to smile and listen to him tell me how had the idea to make me breakfast after all I had done for him and how he had found everything he needed in order to make a somewhat decent breakfast. As I drank some juice, he laughed and said he thought of giving me some cereal but he remembered me saying that I couldn’t drink any milk. Again, I just smiled, as I had no idea at what point I had told him any of that. For that matter, I had no idea in what planet I could have met a guy such as him and why he was “thankful” to me. I just ate my breakfast and, in between bites, asked him if he had eaten something yet and he said yes.

 He looked at me as I ate, which was strange already, never minding those big green eyes, the tattoos and the body that seemed to have been taken out from a fitness magazine. When I finished, I decided to be honest. First o f all, I thanked him for his kindness but then I had to confess that I didn’t remembered much about the night before. I told him I could imagine I had a lot to drink because I really didn’t know where I had met him and why he had stayed with me, even in bed. His reaction was strange as he laughed and looked even better looking as he did it. He looked at me straight in the eye and I have to say I couldn’t hold his look for a long time. His bright eyes hurt a little.

 He showed me his hand and told me his name was Steven and that we had met in the bathroom of a club where we were both having some time with friends. Steven said that, when I entered the bathroom, I seemed to have been drinking for a while already so he had no idea what I had done before he met me. Anyway, he wasn’t there alone but with another guy. He said that guy was someone he had met at work and who was very obsessed with getting high and drunk. As I came in, he was apparently trying to convince Steven to get high with something he was keeping in a small bag, but he didn’t told me what it was. I apparently went to a stall and they kept arguing outside.

 Things got pretty bad as the guy who was with him started to scream and push him. Apparently, Steven had opened the little bag and thrown all its content into the drain. The man went crazy and he punched Steven on the face. He bled a bit and it was then when I came out. According to Steven, I just went insane when I saw him on the ground bleeding. I went straight for the guy and told him to get the fuck out, the guy pushed me and then I punched him hard in the face. Two, three, four times until he could stand up. I even kicked him in the stomach and we just left that place. I didn’t even tell my friend or anything, we just left for my place and I told him I would take care of him for good.

 Steven smiled as he remembered all of that. He knew I was just being nice and maybe my reaction was due to the fact that he was a very handsome man. And, without any hesitation, I told him that that wasn’t the case. Yes, he was beautiful, but I reacted like that because I had seen too much violence in my life to let people keep doing that to each other. I guess my answer wasn’t the best way to solve it, but that guy would probably think again before punching someone like that just because they wouldn’t have some of his shit. Steven just smiled as I said that and I realized I had talked very passionately so I decided to thank him again for the breakfast. He took the try back to the kitchen and I used what little time I had to put on my t-shirt.

 He reentered the room as I put it on and he asked why I was doing that. He told me that I was in my house, so it was a bit strange that I decided to cover myself as if I was doing something wrong. I told him the truth that I felt little ashamed to be next to him. I had a belly, I had no perfect body like he had and it would make me feel less weird if I wore the t-shirt.  I pulled it down and sat on the bed, waiting for something although I didn’t know what it was. He was doing exactly the same thing by the door, just standing there like waiting for something to happen but not knowing exactly what. It was a bit uncomfortable.

 Finally, I decided to get into the bed again and pull up the sheets. Then, he walked up to the bed and lay down too, this time with his face towards my side. I was looking up. We stayed like that for a good while until I decided to take off the t-shirt and turn towards him. He smiled again and I just got closer and kissed him. I wasn’t going to meet a guy like that ever again. We kissed for a long time and he told me, between kissed, that I had been a gentleman the night before, as we talked in the taxi and in my living room. We had already kissed but because he had leaned forward. Now, it had been me.


 We had sex afterwards and starting going out rather frequently. But that story and its outcome, will not be told here.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Krom 3

   Cuando Sertov por fin pudo estabilizar la nave, todo dejó de temblar y de sacudirse de un lado para otro. Todo lo que no estaba pegado o amarrado se había caído al suelo y había trozos de un poco de todo. Había gente que todavía creía que el vidrio era un material que valía la pena traer a un viaje por el espacio. Pero lo importante era que todos estábamos vivos, algo temblorosos, pero vivos al fin y al cabo. Yo estaba debajo de la mesa donde comíamos y hacíamos las reuniones. A mi lado estaba la doctora Stuart, que parecía no haber sentido nada y hacía cara como si todo el acontecimiento hubiese sido algo bastante molesto y que le hubiese quitado mucho tiempo. De hecho, al momento en que todo terminó, muy tranquilamente se puso de pie y se fue a su consultorio.

 Yo me quedé en el suelo un rato más, con algo de miedo de que algo inesperado sucediera pero nada pasó. Fui a la cabina de mando y, para mi vergüenza, todos ya estaban allí y cuando entré me miraron igual que lo hacen los niños cuando alguien llega tarde a clase. Éramos un grupo de seis, lo normal en estas naves de comercio de bajo impacto. Llevábamos fruta congelada y algo de titanio, nada muy lujoso la verdad. Sertov, nuestro capitán, nos explicó que por poco no escapamos la gravedad de un planeta enorme y tuvo que hacer una maniobra especial para escapar de su gran poder. Su segundo al mando, un hombre pequeño de apellido Renoir, explicó que habían tenido que usar más combustible del que hubiesen deseado y ahora no teníamos suficiente para llegar a puerto.

 Creo que no hubo nadie que no se quejara. Los Wong, mellizos, no estuvieron muy contentos ya que ellos vivían de cargar naves por todos lados y no podían dejar de hacer sus cosas o el dinero por mes bajaba bastante. A pesar de no ser del mismo sexo, la gente los confundía con frecuencia y por eso casi nadie se molestaba en aprender sus nombres, usando solamente el apellido Wong. Yo era el encargado de monitorear los objetos que entraban y salían y lidiaba con los puertos. Éramos como marineros, casi piratas, negociando donde llegáramos y sin un jefe que nos dijera que hacer y como hacerlo.

 Las opciones eran pocas pero las había. Sertov dijo que podríamos gastar casi toda la gasolina yendo hasta Krom 3, una estación espacial parcialmente abandonada, que había servido hace mucho tiempo como centro minero. La idea no era mala excepto que ese lugar estaba relleno de la escoria más vil de este lado del cosmos. Todos eran o asesinos o ladrones o algo no muy bueno. Nos arriesgábamos a morir si íbamos allá, principalmente porque los Wong habían tenido peleas con muchos de ellos y si sabían que comerciábamos nos podían robar. La otra opción más viable era pedir ayuda pero eso era automáticamente perder la carga y además tiempo pues nos arrestarían de seguro.

 Decidimos, por cinco votos contra uno, ir a Krom 3. El único que votó en contra fue Renoir, que no estaba muy emocionado por ir al lugar ya que el capitán se había encargado de contarlo mil y un historias del sitio, ninguna de ellas muy alegre. El viaje al lugar tomó todo un día, cuando el viaje al puerto al que nos dirigíamos originalmente tomaba tres días completos. Cuando nos fuimos acercando, no era difícil de ver el pasado plasmado en cada rincón de esa estación condenada. Era vieja, ya nadie las hacía así, incluso parecía que habían usado metal para mucha de la estructura. Además, el planeta cercano la cubría constantemente de cenizas y otras suciedades, que la hacían verse incluso más vieja y decaída de lo que en realidad estaba.

 Atracaron en un lugar algo alejado e ingresaron al lugar. El impacto fue casi instantáneo. La doctora, que parecía no agitarse con nada, miró a su alrededor como si algo hubiera muerto. Renoir trataba de no hacer contacto visual y el capitán, como yo, mirábamos solo hacia delante, buscando a alguien que pudiese recargar nuestra batería de impulso lo más rápido posible. Los Wong eran los únicos que parecían contentos de estar en el lugar. Saludaban a algunos de los residentes y respondían a miradas amenazadoras con miradas aún más agresivas, casi como si fueran bestias a punto de pelearse por un pedazo de carne. Era un lugar inmundo y nada atractivo.

 Por fin, Sertov encontró a un pirata que le vendió una recarga rápida, según él la mejor en el sector, pero por un precio ridículamente alto. Yo me quedé con él para negociar mientras los demás caminaban por el lugar. Estuvimos discutiendo un buen tiempo pero por fin el tipo se dio cuenta que no era nuestra primera vez en el espacio y nos dio un premio aún injusto pero que al menos podíamos pagar. Sertov y Renoir se devolvieron a la nave con los hombres del pirata para cargar la batería y mientras tanto nosotros le echábamos un ojo al sitio. La verdad era que no había que ver y quise devolverme al poco rato pero entonces fue cuando escuché el escandalo.

 Una mujer, visiblemente extraterrestre, estaba chillando en la mitad de un circulo de personas. La mujer tenía rasgos humanos pero también de otra raza, por lo que era posible que fuera un hibrido. Era una lástima pues en lugares como Krom 3, la gente no da la bienvenida con brazos abiertos a quienes sean muy diferentes de ellos. Cuando la pude ver bien, vi que tenía manchas de algo morado en la ropa y temblaba. Alguien se acercó y le preguntó, en un idioma que yo nunca había oído, lo que pareció ser: “Estás bien?”. La mujer respondió temblando aún más y diciendo muchas palabras a una rapidez increíble. Fue entonces que caí en cuenta que quien la ayudaba no era otra sino la doctora de la nave.

  De un estirón levantó a la mujer extraterrestre del suelo, pero la mayoría de gente no quería dejarlas pasar. Entonces la doctora me vio y pudimos sacar a la mujer de allí. No nos alejamos dos metros cuando escuchamos el disparo y ya no podíamos hacer nada por ella. Un hombre, un cerdo debó decir mejor, le había disparado a la mujer hibrido por la espalda. La mujer perdió el equilibrio al instante y no pudimos sostenerla más. La doctora la revisó rápidamente pero no había nada que hacer. Entonces se levantó, se dirigió a al hombre cerdo y le pegó una cachetada con fuerza, a pesar de que el hombre no había guardado su arma todavía. Pero eso a ella no le importó nada.

Fue solo cuando un grupo bastante nutrido se reunió a nuestro alrededor, que nos dimos cuenta que nuestras acciones tendrían consecuencias. Nos fueron cercando como animales y nos decían cosas aunque, más que todo, estaban dirigidas a la doctora. Amenazas horribles que tenían que ver con su género, algo que provocó en ella el disgusto más grande, pues era algo que ya no se veía en el universo y cualquier hombre, normalmente, lo pensaría muy bien antes de decir semejantes cosas. Pero esto no era la civilización, y aquí esas bestias podían decir y hacer lo que quisieran pues no había nadie que los detuviera. En su sangre, además, no había miedo pues no tenían nada que perder.

 Fue entonces que llegaron los Wong y todo se volvió un despelote completo. Yo recibí puños, en la cara y en el estomago, y la doctora fue cortada en la cara por alguno de los animales que nos rodeaban. Pero la intervención de los mellizos abrió un espacio para que pudiéramos escapar directo hacia la nave. Mientras corríamos, sentí los disparos junto a las orejas y al resto de mi cuerpo, como si fueran abejas gigantes enfurecidas. Apenas llegamos a la puerta de acceso, esperamos a los Wong que no parecían estar cerca. El capitán se nos acercó, asustándonos, y nos dijo que ya estaba todo listo para irnos. Entonces nos miró bien y nos preguntó que pasaba.

 Los  Wong respondieron la pregunta al llegar corriendo, gritando que cerraran la puerta. La doctora empujó con fuerza a Sertov hacia el interior, haciéndolo caer al suelo y yo cerré la puerta a presión. Renoir parecía haber estado mucho más pendiente pues al instante sentimos movimiento, lo que significaba que estábamos dejando atrás el infierno que llevaba el nombre de Krom 3. La doctora ayudó a Sertov, todavía algo confundido, a que se pusiera de pie. Lo llevó a la enfermería con los hermanos Wong, que sangraban pero también reían y parecían muy contentos consigo mismos. Yo estaba rendido y fui a mi habitación, donde me eché y me quedé dormido casi al instante.


 Cuando me desperté, averigüé un poco y parece que la mujer hibrido era una desplazada, o refugiada si se prefiere, de un planeta agonizante. No se sabe muy bien como llegó allí, pero era el peor lugar para estar. Muchos en la galaxia rescataban todavía valores antiguos, ya obsoletos, como el odio a otros sin razón y el amor incondicional a las armas y a la violencia, verbal y física. Era una vergüenza que para esta época todavía existiesen seres como esos, casi animales. Pero era cierto que no todo estaba bien repartido, y ciertamente no la educación.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Phoenix

   The bird, magnificent as it was, flew over everyone’s heads and, just before disappearing as it always did, it let out a horrible cry, as if he had been wounded fatally. The cry was heard by every single man and woman that had come to catch it and they felt their hearts skipped a beat as they heard it. Then, the bird disappeared in second, making everyone wonder how much stranger nature could get. All the scientists that had come to the jungle stayed some more days but after a couple of them, they noticed no other bird like that would appear out of nowhere. That one, apparently, had been the last one of its species and now it could be hiding anywhere or maybe even dead. The jungle emptied in no time and paradise went back to be one.

 One of the scientists that had gone to the expedition, a man called Hunter, did not go back home after being in the jungle but instead traveled to several zoos, laboratories and so on in order to investigate. He wanted to know if maybe there was one of those birds in captivity or if anyone at least knew more about it than him. But most people, when explained what he was looking for, thought he was crazy. The creature he described was fantastic, out of some story told from generation to generation and even is account sounded even stranger than the most creative story of them all. He traveled the world for another year but no one knew anything. He gave up and he intended to return home immediately, as there was nothing more to do for him.

 However, he never got home. In the flight over there, he started feeling strange, like there wasn’t enough air. He had gone to the lavatory and it was only when the flight had ended that a flight attendant found him there, asphyxiated in the toilet seat, with a large red feather on top of his head. People thought he might have committed suicide somehow, but the autopsy proved, weeks later, that he had choked because he couldn’t breath. The reasons for that were not known or the origin of the feather, but the tragedy made it to the news and several of his colleagues realized there was something they couldn’t just ignore: the red feather.

 There was a tribe in the region where they had all gone to catch the bird. They had warned the scientist not to enter the jungle as dangers beyond their understanding lived there and could very well be their end. But the scientists thought it was just a folk tale to keep everyone away from the jungle. The tale said that the phoenix lived deep in there, alone always alone and with possession of a great strength and will. The legend said the bird could not be capture or tamed but that it could be befriended in order to find a way out of the jungle, if the person that found it was lost. But if it wasn’t, the bird would put its course on them, a course that would end life in little time.

 Every single person that had been at the jungle the time the phoenix cried, remembered the legend when they saw the news about Hunter. Some of them were openly scared; others dismissed it as a coincidence. A long month passed until there was word of a second victim, this time one of the assistants. She had been found dead in her apartment, apparently also asphyxiated and with a feather on her head. Then, two more deaths followed and the rest of the scientists just knew there was at least some truth to the legend. Now, some thought there was someone killing al of them, blaming them for something that had happened back them. Maybe they had an outbreak of some sort of disease or they just didn’t like foreigners in their lands.

 One of the explorers decided to take the bull by the horns and go back to the jungle where it had all started. The tribe there wouldn’t talk to him because they said foreigners had disrespected their beliefs and advice, which had been given in the best interest of everyone involved. They didn’t want to know anything about all those people ever again and asked to be left alone for good. Overnight, the whole tribe moved and they were not found again until several years later. The explorer attempted to enter the jungle again, to see if there were any answers inside, but that would be a secret for that place to preserve, as the paths had changed and nothing was the same as the last time.

  People kept dying until there were only three people left from the expedition that had discovered the existence of the phoenix. One of them, doctor Stacy Holmes, published a very controversial article where she described the creature and its behavior, what she could see anyway as the encounter had only lasted for a couple of minutes, until the beard cried and disappeared. No one really believed what Holmes had written on her report and the money that she had been granted for investigation was pulled away from her, leaving her to beg for more money to continue her investigation. Stacy was obsessed with the bird, she had been obsessed before too and it was something that hadn’t gone away.

 She was found dead on her bed, at home, asphyxiated as the rest of her peers. The feather rested softly on her head and the place seemed, to the people that came for the body, as some type of mausoleum. It was incredibly peaceful and beautiful somehow. Someone took pictures and they were all over the Internet, talking more about the possibility of a serial killer than about the feather or the ambiance in the place when the men taking the body got there. The remaining two people died in the following weeks. One of them thought it could hide from the curse but it could follow anyone anywhere so they died anyway.

 Back in the jungle, the phoenix appeared again. It floated around freely and was now, again, free to be. Often it would fly over the houses of the tribe that lived nearby, but they wouldn’t see it. It was a lonely creature, so there was almost no way that anyone could find it in the immensity of the world. What people didn’t know was that the bird moved around the globe at will, change its home from a cave on a cliff in China, to a nice nest in a European forest. It even lived among humans, who were too distracted and busy to realize they were so close from something they couldn’t even understand. The phoenix was a creature born several millennia ago, as the planet started to breath life. It was a time of legends and miracles, but a time that no one could remember.

 It had to be said that the cry did kill of those people but not the phoenix itself. He just did what had to be done in order to preserve a little mystery in the world, something that was being lost rapidly to the advancements of technology. The phoenix, being a creature with the capacity to be reborn and to cure every single disease in existence, could be the holy grail of mankind. But the bird knew what humans did with whatever they found out to be of use. They were brutal and did not care about anything except their personal goals, their thirst for financial retribution and for a power that, in the long run, didn’t mean anything.

 The bird cured people, however, when they were lost somewhere in the world. Because it had something many humans had lost long ago, which was compassion. Humans didn’t have it anymore, only showing a shadow of it when they wanted to gain something from behaving like that. Humans, almost all of them, were not sincere anymore and could not be trusted. That had been proven when that large group of them had entered the jungle without the proper respect, without hearing what their own had told them. They were disrespectful and only cared about their personal glory. The phoenix felt everything at that time, it could feel their ambitions and thoughts and the decision to put the course on them was as simple as disappearing and never being seen again.


 True, some humans had seen it and he had not killed them. Those lost souls; men and women that only wanted to go back to their families and be in peace, they wanted nothing more than to be left alone by life and the phoenix respected that. That’s why he helped them with everything he could, ultimately carrying them to the outskirts of the jungle in order for them to be taken care of by the nearby tribe. The bird was compassionate and behaved only in the way survival was meant for it to behave. It didn’t hate anyone or had any remorse either, it was just a pure creation of nature, forgotten by the world and that’s the way it should be forever, until the big change arrived.