miércoles, 4 de marzo de 2015

Futuro en blanco

   El viento afuera soplaba impasible, sin nada que lo detuviera. Era increíble ver toda una gran ciudad paralizada por el puro frío, el viento y el hielo combinados. No se puede hablar de destrucción pero sí de disrupción de la vida común y corriente, la de todos los días. Desde un piso cincuenta era bastante lo que se podía ver de la ciudad pero ahora era solo una mancha blanca con líneas de colores, tonos de rojo y azul y negro.

 No, esta ciudad jamás se había cubierto de nieve en el pasado. De hecho, el país era tropical o al menos lo había sido hasta hacía algunos años. Porque ya no era así. Muchas de las plantas y animales de las zonas más cercanas al mar, habían empezado a morir por el clima cambiante. Todo el mundo pensaba que el calor era lo que iba a reinar en el futuro pero se había equivocado.

 Cierto, los hielos del norte y del sur se habían derretido y habían ido a parar a todos los mares, inundando ciudades y países enteros. Muchos tuvieron que migrar, hubo problemas y más guerras de las que nadie hubiera deseado de verdad. Todo se había vuelto más caro día tras día y era casi imposible vivir como lo habían hecho otras personas a comienzos del siglo XXI. Era algo cómico leer los cambios que ellos habían detectado y entender que nada se había hecho para detenerlos.

 Los seres humanos eran todavía así, solo actuando cuando algo les servía o cuando les era económico hacerlo. Por eso las nevadas del nuevo siglo los había cogido desprevenidos a todos. Todo el mundo migró entonces también pero era obvio que en la banda ecuatorial del planeta no había espacio ni recursos para tantos millones de personas. En cierta manera había sido bueno que el frío y, cien años antes, el calor hubieran destruido tanto y matado a tantas personas. Ya no había que repartir entre tantos.

 Pero en este mundo de nieve, la gente sigue siendo demasiada. En el Ecuador están todos los que eran ricos, los que se pudieron procurar terrenos fértiles y amplios. La gente más pobre fue muriendo, poco a poco, en las calles o en alguno de los grandes desastres. Cada vez más se supo de aviones congelados en vuelo, barcos que jamás llegaban a puerto e incluso de terremotos que destruían ciudades de un solo golpe certero.

 Sin duda fue una época de cambio definitivo para el mundo, queriéndonos decir que nuestro tiempo en esta Tierra se está terminando. Ya no somos los maestros de este mundo ni lo seremos por mucho tiempo. Los científicos quisieron darnos opciones pero ninguna muy realista. Se hicieron diseños para estaciones humanas bajo el mar y otras alto entre las nubes. Se diseñó un ambicioso plan para construir la primer ciudad humana en la Luna y misiones tripuladas a cuerpos celestiales cercanos.

 Pero más allá de algunas sondas, no pasó nada. Las promesas del siglo pasado fueron quedando enterradas bajo la constante nieve y los seres humanos por fin entendimos que este mundo sería el último que veríamos. Nunca más habría bosques verdes y abundantes o mares cálidos y calmados. Y los hubieses, nosotros no estaríamos aquí para apreciarlos. Había sido ignorante y prepotente de nuestra parte creer que este mundo era solo nuestro, para hacer con él lo que quisiésemos. No, el mundo jamás fue nuestro y eso se puede ver hoy en día.

 Todavía existen científicos hoy en día y siguen explorando, tratando de hacer mapas de este mundo que ya no es nuestro. Han ido a ciudades distantes y regresado, con noticias extrañas, ninguna muy alentadora para la Humanidad. Un grupo que conocí, hace ya unos meses, me contó que habían logrado cruzar el Atlántico y sus congelada superficie. Por debajo, sin embargo, variedad de criaturas parecían estar multiplicándose y creciendo gracias al nuevo medio ambiente. Nosotros perdimos pero ellas ganaron.

 Del otro lado del mar encontraron un continente hecho trizas. Grandes monumentos y edificios destruidos por el viento, los terremotos, el mar y el frío constante. Todavía existían algunas comunidades activas pero todas estaban migrando lentamente al sur, con la esperanza de encontrar un buen sitio para dejar de existir, para dejar este mundo que ya no nos quiere aquí.

 Las comunicaciones nunca han sido peores pero, en un buen día, podemos hablar con la gente del Ecuador, que tampoco está muy lejos. Tienen problemas serios o al menos solían tenerlos cuando empezaron a llegar. Muchos se apresuraron a formar un gobierno y a establecer las mismas reglas que habían gobernado a la humanidad desde hacía años. Pero eso ya no podía ser, simplemente no era posible. Este mundo no aguantaba más de nuestras viejas y tontas costumbres.

 Y parecía que después de diez años, la gente del Ecuador se estaba dando cuenta de ello. Ahora eran varias comunidades, cercanas pero no pegadas la una a la otra. Había algo de comercio e intercambio de ideas pero no como en el pasado. La idea era, claramente, seguir adelante hasta que el mundo se los permitiese, lo mismo que pensamos los que nos quedamos atrás, en los terrenos fríos. La diferencia es que nosotros, los del frío, creemos que el Ecuador terminará siendo aplastado pronto y no deseamos estar allí cuando ocurra. Será otra extinción en masa en la que no queremos participar.

 De pronto sea demasiado pretencioso pero queremos luchar hasta nuestro último aliento, no queremos rendirnos tan fácilmente. Sabemos que vamos a morir pero queremos extender la Historia humana lo que más se pueda. Hemos recuperado varios volúmenes que registran cada evento acaecido en este mundo y pretendemos seguir escribiendo hasta que muramos por cansancio o simplemente porque este mundo es más que nosotros, en todo sentido posible.

 Para ello, hemos vuelto a nuestras raíces, entrenando a nuestros animales para ser criaturas de compañía y ataque, si se presenta el momento de pelear contra la naturaleza. Y ya ha ocurrido: no es poco común escuchar acerca de ataques de osos y  lobos y otras criaturas que están mejor adaptadas que nosotros para este clima. Así que queremos estar listo para cualquier eventualidad de ese tipo. Porque queremos luchar.

 No se trata de hacer una declaración de principios ya que cualquier cosa por el estilo murió el día que este planeta fue condenado por nuestra propia mano. No, no queremos imponernos a la naturaleza ni a todo lo que existe hoy en día ni a los cambios que seguramente vendrán una vez más. Solo queremos que la naturaleza nos vuelva a sentir como suyos y podamos estar en paz hasta que nuestra especie simplemente se desvanezca en el tiempo. No queremos más que eso.

 Lo bueno de todo esto es que las relaciones ahora son más sencillas y más claras. Ya nadie oculta nada por el estilo. A nadie le importa ya con quien duerme alguien, si tiene hijos o cuales son sus valores. Lo único que importa es que estén presentes al menos una vez al día, sea para cazar, explorar, hacer de comer o planear movimientos a otros sitios. Eso es lo que nos interesa. Sobrevivir.

 Los valores murieron hace mucho, mucho antes incluso de que empezáramos a matar al mundo. Ya no nos interesa la hipocresía de la sociedad antigua, que hoy vemos como una sombra asesina que nadie quiere tener cerca de ninguna manera. Hoy en día no hay valores sino un empuje que sale de nuestro corazón y nuestra mente, un empuje que nos lleva a seguir viviendo y a no dejarnos vencer. Eso es todo lo que importa hoy en día.

 El viento frío avanza cada vez más y sabemos que ya lo sienten en las zonas todavía templadas del planeta. No pasarán ni diez años antes de que todo el mundo sea una bola de nueve por completo.

 A veces me pregunto que será de este mundo después, cuando ya no estemos en él. Muchos de los más inteligentes en nuestra comunidad dicen que lo normal es que esta era de hielo termine en algún momento y vuelva el calor de nuevo pero eso pasará en unos cuantos miles de años, si es que ocurre. Además, es bien sabido que el planeta no va a morir, solo nosotros haremos eso. El planeta seguirá adelante como siempre lo ha hecho, tal vez con alguna nueva especie como la reinante entre las demás. Me pregunto si ellos sabrán de nosotros, de nuestra existencia?


 Antes de acostarnos a dormir, tenemos la costumbre de mirar al cielo y contar historias. Los mayores cuentan historias de su pasado y los más jóvenes solo saben de este presente lúgubre. Pero otro vemos las estrellas y les contamos relatos de máquinas allá afuera que llevan nuestra marca y que, tal vez algún día, sean descubiertas. Tal vez alguien de fuera se interese en los residentes de esta bola blanca y no tengamos que perecer después de todo.

martes, 3 de marzo de 2015

We made the monster

   So do this: stand in front of the mirror, stark naked, and just stare. What is your reaction? What thought are gliding through your brain right now? Are you really looking or not? Well, this is a simple test to check you are a person of the twentieth or twenty-first century. If you are, you will instantly find something that you don’t like, something that feels “off” somehow. Is it your waist, your ass or your genitalia? Is it your chest, your face even? Not really important.

 If you can’t find something to change, if you just love everything you see, sir or lady, you are lying. Or worse, you are lying to yourself so hard you don’t even recognize truth anymore. And why do I say this? Because we all know this world we live in today has made us hate each other and has crossed the border to make us hate ourselves.

 But what is the point of that you say? Well, easy. If we hate how we look, we will spend thousands of dollars trying to look different, to be desirable. And society is kind enough to tell us what to do in each case: maybe the gym, maybe a full makeover, buying new clothes and maybe even change ourselves physically with the help of a doctor or some other “expert”. All those things will help us but, once we achieve what we were looking for, we will realize this new state of being is not good enough.

 Why? Because we can always be taller, skinnier, bigger, softer… Better, in the eyes of the almighty society that is nothing more than a bunch of people that want our money and our minds. Once we concede, once we say, “Yes” at least one time, we have already lost. We lose our ability to see what’s good or bad, what’s true and what’s false. We just don’t even care anymore because we have entered the social convention known, as the “community” where everyone HAS to want the same thing and everyone has to get it exactly the same way.

 Imagination is slowly dying, more and more, each day more and more pale and pathetic. Because we don’t need her anymore. We have decided that copies are better than an original; we have decided that one good way is better than many great ways. Today, being different is only taken into account when it happens to be a fashion statement, a way of saying you’re “crazy” or “unique”, when truly you’re just the simplest one of the whole bunch.

 Real creative people live like rats, hiding in the dark, trying to live by. They just can’t stand the world and sometimes leave it but others decide to stay on as a challenge to everything that exists. They make their own rules and they are left alone, because no one will really hear or see them. They don’t matter anymore and they use that to their advantage. When no one looks at you, you are suddenly free to experiment more and more, even if that new acquired knowledge is only going to be shared with a handful of other “freaks”.

 Still, the world is ruled by those who think that they are making a difference but, deep down, they know their actions are not important enough to matter in the grand scheme of things. Not that they are bad or evil. No, they are just ignorant and many of them are ignorant very willingly. They prefer this life because the less they know; the more comfortable they are with others. Who cares about the grandiosity of the universe when your boyfriend has a big dick or your girlfriend is a submissive person?

 And that’s the truth. That’s what we all think about because, at the end of the day, even the ones that still use their imagination are contaminated with the filth of a world that hates us for who we are but that need us to keep moving, to keep gaining wealth and power. How many times an artist has succumbed to the stronger will of money? It’s a very popular saying: “artists have to eat too”. And it’s true.

 It’s of the monkey act on the streets: you have to dance and clap and act like an idiot to be noticed, to be seen by the world and to be recognized, with money or food. If it was a world made by intellect, that wouldn’t be a problem at all because everyone would share and no one would starve. But we do not live in such a world. We live in one were there has to be someone on top and someone underneath him. Someone powerful and someone powerless. If that balance fails, they know things will go to chaos because we are simply not smart.

 Beauty is not a personal concept anymore and anyone that thinks that is gravely mislead. No, beauty has been modeled by society for a long time and what each individual thinks of it is highly unimportant. If beauty standards say fat is ugly, it will not matter how many fat actresses or fat models parade around the world. The concept of beauty will not change and fat girls will still feel awful looking at the mirror and living as who they are.

 Even if we know that the chubby guy in the bus is kind of cute, that doesn’t change anything. He’s still ugly to the eyes of society, meaning that we can be accepting but only if we decide doing that will be to our advantage. Or way do you think some societies have begun to embrace homosexual people? It’s not because they have realized they are also humans, but because they can be used as a fashion accessory. That was the way the gay man made it into open society: by being a mascot.

 Offensive, you think? Untrue? Just take a look. On every single society the example of a gay man is the man in the salon doing hair. What’s he like? He’s delicate, very effeminate, girly in every aspect and often skinny. That was the first gay man that got into society and, as it performed a role in it, it was welcomed but not with open arms but with hostility. Eventually he became a pet for the women that wanted to be beautiful, so they became tools to achieve what society wanted. They had a use, they could be used.

 And that’s is the truth behind the so-called acceptance of minorities. It’s not acceptance but tolerance, they let us be there with them, but they always point out how different we truly are. That’s society. Not a beautiful place where everyone is equal and we all hold hands singing. Society is just a place, a gathering of people that have roles to perform. It’s not about freedom or rights; it’s about how useful we can be to those that are powerful.

 Of course, that cannot be used to promote anarchy. Why? Because anarchy is the rule of the people and people are ignorant and stupid. If people, “real people” ruled, the world would be in an even worse state. Who rule us are rats, that’s true. But they are people who wait, whose power has taught them to be patient, to play the game slowly and to put everything on its place. In other words, we kind of need the powerful ones, because that power has taught them how to handle things.

 Power for all? Impossible. Give power to someone that has never had it and see what happens: chaos and even less freedom and truth. People cannot be trusted. And when I say that, I mean every single person in the world. Good or bad, that doesn’t exists. People are just that. They are capable of anything and nothing, at the same time and that’s why, when they are being oppressed, their own “communities” fail to act. They just parade around, faking an interest that disappears into the oblivion shortly afterwards.

 And still, when we take off our clothes, we still look exactly the same in front of the mirror. Even with all those minor biological differences, we are all the same. Even the most powerful is as likely to die as the weakest of the human beings. Even the richest woman can still be capable of carrying a child and even the weakest man can still infuse life into the world.

 Yes, we are equal but only in nature. There, we are all truly a group, a family. But we are not nature anymore, except for our birth and our death. Everything between those two moments has been created by the society, which is sadly made of people like us that have had a glimpse of power and that have decided that that fat woman is ugly, that guy with a small penis is worthless and that child that has dark skin will be a danger just because.


 We have created the monster that haunts us every day and now we are incapable to handle it. And that is, partly, because we don’t really want to handle it, we don’t want it to calm down or to be more forgiving. We want him to be what we are afraid to be openly: brutal and utterly human.

lunes, 2 de marzo de 2015

No importa nada

   No recuerdo nada y sin embargo sé que hay o hubo algo allí, m de mi propia vista y tal vez incluo de mi entendimiento.ás allá de mi propia vista y tal vez incluso de mi entendimiento. Pero de todas maneras ya no importa. Fue un sueño y nada más que eso. Me suele pasar que me obsesiono, me vuelvo loco queriendo saber que significaba una cosa o la otra pero la verdad es que, al final de cuentas, no importa. Que influencia tiene en mi vida si un sueño fue de significa sexual, o de mis secretos más oscuros o tuvo su base en algún miedo paralizante? Da igual.

 En la vida diaria eso no interesa o al menos no si no es algo de todos los días. Y ese sueño no lo fue. Fue solo una vez y me frustra solo recordar un fragmento de todo. De pronto es por eso que estoy obsesionado con ello, solo porque no puedo recordar cada detalle y lo que estaba haciendo o no. Solo recuerdo bajar unas escaleras, algo oscuras, vistiendo solo unas chancletas y una bermuda, con mi camiseta al hombro. Sé que el sitio era en clima cálido pero no recuerdo como era todo al salir de esas escaleras. No recuerdo más que eso.

 Y sin embargo sé que hay mucho más que eso puesto que cuando me desperté, sentí que había corrido miles de kilómetros. Me sentí cansado y mi espalda dolía, cuando siempre he dormido cómodamente en mi cama. Algo que no recordaba, seguramente, era el causante de semejante dolor, que después de unos minutos fue simplemente ridículo y me avergoncé de mi mismo: cansado por correr en un sueño cuando en la vida real no corro ni aunque mi vida dependa de ello.

 Lo mejor es despejar la mente y salir a caminar pero eso, después de un par de minutos, no parece ayudar en nada. En vez de observar la vida urbana desarrollarse ante mis ojos, lo único que veo esa maldita escalera, casi en espiral, y mi pecho bronceado, cuando en la realidad está lejos de ser así. No me fijé en ninguna de las personas que casi golpea caminando, pensando en cosas que de nada sirven.

 Y luego me invade, de nuevo, ese otro gran miedo: el de ser un fracaso enorme, una de esas personas que no son útiles en este mundo, porque si algo hay que ser en este mundo es útil, hágase lo que se haga. Ese miedo no necesita de mis sueños para alimentarse ni de situaciones sin sentido para seguir perforándome el cerebro. No, ese miedo que es hoy en día una presencia casi corpórea no necesita de ayuda alguna para acosarme y empujarme de un lado a otro, cansándome pero cuidando que no me rinda definitivamente muy pronto.

 No lo hago. Para que rendirme? Para que cualquier cosa? Hacer y hacer y hacer y después de todo eso nada. Para que? Es posible que por eso me obsesione con mi sueños: no tengo nada mejor que hacer ni que pensar y, pensándolo bien, los sueños son mucho más generosos conmigo que la realidad de la vida. Cambiaría esos mundos sin sentido cualquier día por esta realidad que no me sirve de nada, por este mundo que solo me quita energía y se niega a dejarme pelear de pie, prefiriendo que me arrastre y me sienta cada vez peor, por una razón u otra.

 Siendo justos, es posible que yo sea así de nacimiento. Susceptible a todo alrededor, seguramente más débil que el promedio entre los seres humanos. Es posible que sea una de aquellas personas que simplemente se van agotando hasta extinguirse por ellas mismas, cosa que me da más miedo que nada porque si algo sé y de algo estoy seguro es que soy un cobarde. No me gusta enfrentar nada y no soy alguien que combata ni pelee por nada, así lo aparente. Soy ese perro que ladra demasiado pero muerde poco.

 Auto compasión? Otro concepto inútil que no me sirve de nada en este momento ni nunca, para ser claro. Para que lamentarme de mi vida, de mi situación o del agujero negro en el que me siento caer cada día más? Para que ponerme a llorar o a rasgarme las vestiduras cuando sé que ese ser, esa presencia asquerosa no va irse nunca, me sienta mal conmigo mismo o no. Tengo que aprender a vivir con ella y, por algún tiempo, lo he hecho de maravilla. Sí, ella molesta de vez en cuando pero siempre cuando la dejo, es decir, cuando estoy susceptible a su amargada y retorcida voz que solo quiere mi perdición.

 Mi perdición… No sé exactamente que es eso pero sé que cualquier cosa que tenga que vivir tendrá que asumirse en el momento, ni antes ni después. Y si resulta en mi destrucción pues que así sea. Quien soy yo, al fin al cabo, para decir que debe pasar o no en mi vida o a mi alrededor? No soy nadie. Y no, no se trata de una de esas frases de “pobrecito yo” sino una realidad humana que es dura pero cierta desde hace eones: no somos nada más que polvo y recuerdos inútiles que, en el gran esquema de las cosas, no sirven para nada ni tienen la más mínima consecuencia.

 Y después de todo esto me doy cuenta que estoy un lugar muy lejano a mi casa. Lo conozco pero no tanto como para sentirme cómodo, la tarde ya cayendo sobre los tejados y ocultando entre las sombras más de una sorpresa indeseable para cualquier ser humano decente. Lo que hago es sacar la salvadora tarjeta de transporte público para tomar un bus que me acerque a mi hogar. Dejo pasar uno que otro ya que o no se dirigen a mi casa o simplemente los dejo pasar, sin más.

 Cuando por fin llego a mi hogar, lo único que puedo hacer es tratar de distraerme, tratar de sacar todo lo que estaba en mi mente hasta hace algún rato porque lo único que puedo tratar de hacer es acelerar el tiempo, hacerlo lo más llevadero y así esperar a que todo pase rápido y o me muera o ocurra algo que me haga sentir menos vacío. Vivo mi vida en lo que se podría llamar piloto automático, yendo sin destino alguno por el cosmos, sin que me importe nada más. Sí, hago cosas como los demás pero no puedo decir que eso me llene de alegría o de nada. Lo que hago lo hago sin sentimiento alguno.

 He pensado que los sentimientos puros me dan alergia, me cansan, me aburren y simplemente no los entiendo. El amor, por ejemplo, es un animal en el que no creo, casi como un unicornio. No creo que exista y me da risa quienes creen que lo han sentido, como si se tratase de una presencia cósmica masiva que simplemente no se puede entender ni nadie puede pelear con ella. Yo creo que es pura mierda pero no voy por el mundo destruyendo lo que creen los demás. Por mi que cada uno crea lo que quiera.

 Como dije antes, no importa, a nadie le importa de verdad. Por eso la gente más patética es aquella que se mete en los asuntos de los demás. Muchos de ellos son personas que se han dado cuenta que la vida en sí no tiene ninguna importancia, que nuestros actos no tienen en realidad consecuencias trascendentales en nuestro mundo y que simplemente somos poco más que polvo. Esos que critican lo saben y se meten en lo que no les importa porque necesitan buscar significado en algo pero saben que jamás lo van a encontrar.

 Por supuesto que es triste, pero que se le hace. Así son las cosas. La idea, de todas maneras, es que cada uno viva sus días como mejor le parezca, sin tantas cosas en la mente. Sin tantas escaleras y camisetas rojas que les impidan ver más allá de sus narices. Que cada uno haga lo que se de la gana, eso sí, sin perjudicar de gravedad a nadie más.

 Sí, la camiseta era roja y hasta ahora lo recuerdo. Combinaba con el tono de mi piel y con el de la luz que entraba por algún lado, pero no sé exactamente por donde.  Pero no recuerdo más que eso y seguramente olvidaré esos detalles rápidamente, cuando la noche empiece a abrazarme hoy. Olvidaré cada una de las cosas que vi en ese sueño pero nada de ello importa porque lo que siento, lo que vivo, la presencia que carcome mi vida, no me dejan pensar por mucho tiempo en nada más.

 Lo más seguro es que todos tengamos algo similar que nos vigila, que nos persigue y nos acosa. Lo diferente es que yo ya me di por vencido hace mucho tiempo. Admiro, en cierta manera, a aquellos que con los ojos cerrados siguen desafiando lo que la realidad les dice. Aquellos que viven y forman su propio mundo e incluso sus propias reglas. Los admiro porque son seres tremendamente estúpidos pero a la vez, demuestra una inteligencia más allá de nada que yo conozca. Son seres especiales y por eso merecen cierto perdón, ciertas concesiones en cuanto a su existencia.


 Mientras tanto, yo y seguramente muchos otros, estamos del otro lado de la carretera. Estamos aquí, dejándonos abatir lentamente, como árboles muy viejos que no tienen más opción sino dejarse morir lentamente, olvidados en un bosque lejano, sin nadie que los escuche crujir y caer. Sin nadie que huela su podredumbre ni nadie que se aproveche de su madera para sobrevivir. Así estamos y lo estaremos por mucho tiempo. Hasta que todo termine.

domingo, 1 de marzo de 2015

Mars

   Although Mars had always appeared to be empty and lifeless, things were different now. For the last six months, people on Earth knew that if they stared up at the sky, some humans might be doing the same very far from them, on Global 1. That was the name of the fist Martian base in human History and was an object of pride and joy for many humans, specially those in the scientific community who had wanted this dream come true for a long time.

 Many governments had once and again postponed the so-called “colonization” of Mars namely because of budget problems and health issues. But they had never really tried to solve any of those problems. When scientists, the private sector and other countries decided it was time to pay a proper visit to the red planet, solutions were created for every single problem.

 The hardest trip was the one of the first group of people as they would never set a foot on Martian soil but they would organize everything for when others came to get them and replace them both up in the orbital station as in the new base on the ground. At first, only seven men and women orbited Mars for about two years. Occasionally, ships would come in from Earth carrying all kinds of supplies, mainly food and new equipment to help make the base and instruments to investigate the current state of the planet.

 They built everything by remote control, using last generation androids that could be controlled by computer, from the space station, and that could last for many years, even in the harsh conditions on Martian soil. It was fun to program the robots to do different things. Mainly, they acted as construction workers although these workers built their own tools and used them only when they were told to, in specific time frames and according to a long schedule that aimed for the opening of the first Martian module in a two-year time.

 The people on the station would often check that everything was properly done and proceeded with their on-site investigations as scheduled. After the first few months, they stopped automatically looking through the windows of their ship. Mars was beautiful but it was also visibly violent and the sandstorms proved difficult for the construction of their base. Many times a special robot had to be activated to “vacuum” all the sand and dirt that caused any problems to the other machines.

 Two years passes and those humans orbiting Mars were replaced by a new group, one of only five people, every single one from a different country. This was because the organization that was after the construction of the base, had to guarantee that every single contributing country had at least one representation on the base, for a short period of time. You see, they only had permit to stay a year. No astronaut could stay more than that on Mars. It wasn’t because they thought it was dangerous but because they needed to study them to see how their bodies had adapted to another planet.

 Everything was science and investigations and reports. That first group really didn’t have a lot of time to waste on having fun or merely looking at the planet they had come to visit. As they were the first group, they had to verify that everything was in good shape. The robots were great but there was nothing like two human eyes to verify everything was good for a group of people to actually live, permanently, down on the red planet.

 Half of their year, they spent it on the orbiting station and the other half on the newly inaugurated base. They transmitted to Earth the images of their celebration and every single human at that time saw their joy and their expectance for the future. One of the astronauts, a French woman, had been authorized to bring a bottle of the best wine she was able to get before leaving Earth. It was perfect for the occasion.

That day was special, not only for Humanity as a whole but for that little group because they suddenly didn’t feel like just scientist or people on a mission. They actually felt like they were home and were just celebrating someone anniversary or birthday. They had cake, a proper meal, the French wine and chatted for hours and hours. Of course, they did not spoke a word about work.

 After that, they rested nicely for the first time in a long time and the following week, even with the heavy load of work, was just the best they had on Mars. They shared observations about the planet, the messages they got from their families on Earth and the pictures of their old and new homes that a satellite, released by them, had taken recently. It was all perfect and the idea of having more and more people living there, on Mars, was just natural and almost mandatory.

 From then on groups of people would come and go and with the construction of new quarters on the Global 1, more and more people were able to stay there, for longer periods of time. Some of them weren’t even scientist or anything like that. They were just people who needed a fresh start or who had always dreamed of doing something like this. Mainly, they were adventure seekers, dying to get to know everything there was to see and do on Mars.

 With time, they were able to organize walks near the base and, years later, motorcycle rides to a near canyon and back. Of course, humans had to wear special suits but they had become much easier to wear and less constricting. When stable population passed one hundred individuals, investors from Earth decided to expand Global 1 to the first big town on Mars. Construction started ten years after the arrival of the first people on the planet and was expected to be fully completed in fifty years, making room for at least one thousand new Martians.

 Then, the first proper Martian was born. A woman and her husband had arrived a year ago to town and they had loved it so much that they had decided to stay. And apparently their eagerness for this new environment had also had other consequences, such as the birth of Juno, the first human to be a Martian. She was issued a special Martian passport and many journalists interviewed the family for the following years. She was an instant celebrity without even knowing.

 Juno was one of those who really loved to get around the city and loved even more the feel of the Martian dirt between her toes and fingers. Eventually, a suit had been designed that was only used on the face and around the waist. It would cover all of the body if the person wearing it decided to press a special button on the waist but the people that lived there for a long time had learned not to be a friend of nature. They actually felt Mars was no different than Earth and that nature had found other ways to do things there.

 The young girl grew up to be an environmentalist, opposed to the exploitation of various natural resources found on Mars such as nitrogen, lithium and titanium, all very important for future buildings on Mars and Earth. But Juno had learned the beauty of her homeland and fought the ruling committee of Mars on every turn. Even people on Earth were backing her organization, calling for someone to control what the private sector tried to do off world, due to the lack of clarity of the law.

 But the mining for many resources had already began, in remote areas, and it was fuelling the creation of a new space station around the planet, that would allow humans to take the next step in their cosmic journey: their arrival on the Jovian system. Jupiter was key to travel beyond their system, if that was ever to be attempted and many organizations on Earth were eager to do that and, of course, to get their hands on the massive resources of the Jovian moons.

 Suddenly, many people on Global 1, now called Bellona, were beginning to think about a new adventure, the worlds of possibilities that were about to be opened to them. It wasn’t a surprise that, on Juno’s elderly years, Bellona had seen a flux of emigration like none before. Some stayed and people kept coming from Earth but the new hotspot of their system was Assaracus, a city built for one million people and the new bright star made with the money won on Mars on Earth by the private sector.


 Every newspaper registered Juno’s death, but the news was relegated to the inner pages of every publication. After all, it wasn’t every day that humans discovered they were not quite alone.