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lunes, 20 de marzo de 2017

Casa de baños

   Apenas entró al recinto, sintió algo de nervios. Era la primera vez que entraba a un lugar como ese y no quería hacer algo incorrecto o atraer mucho la atención hacia si mismo. Por un momento, creyó que aquello iba a ser imposible pero, al recordar que todo el mundo se paseaba igual de desnudo en una casa de baño, dejó de sentirse tan especial y único y recordó que no todo se trataba de él. Al fin y al cabo era una tradición ancestral en el Japón, una parte de sus vidas.

 Estaba desde hacía una semana en el país y, aunque la razón de su viaje habían sido los negocios, ahora había entrado en esa parte de las negociaciones en la que una de las partes decide si siguen o si se retiran. Eran los japoneses quienes debían de analizar su propuesta y habían acordado darse mutuamente una semana entera para las decisiones. Volver a casa hubieses sido un desperdicio, sobre todo sabiendo que todo estaba a su favor. Por eso Nicolás se quedó en Japón, a esperar.

 No dudaba que sus negocios iban a salir a pedir de boca pero esperar no era uno de sus grandes atributos. Jamás había podido estarse quieto más de unos minutos y por eso había decidido explorar la ciudad y visitar los puntos de interés. Incluso se había sometido al karma de hacer compras, cosa que nunca hacía pero sabía que nadie en su familia le perdonaría volver sin ningún tipo de recuerdo de su viaje. Ahora ya tenía media maleta llena de cosas para todos ellos.

 La casa de baños, sin embargo, había sido consejo de la joven recepcionista de hotel donde él se estaba quedando. El jueves ya casi no tenía nada que hacer y la mujer le aconsejó visitar uno de esos lugares, pues le explicó la tradición que dictaba que era óptimo tener una higiene perfecta. Además, era bien sabido que los hombres de negocios japoneses eran personas que vivían muy cansadas y el baño era precisamente la mejor manera de relajarse durante la semana para poder seguir como si nada.

 Sin pensarlo mucho, Nicolás buscó el baño que tuviese mejores comentarios en sitios de internet  para turistas extranjeros. Cuando supo como llegar al lugar, subió a un tren y cuando menos se dio cuenta ya estaba en la puerta. Hubo un momento en el que quiso retirarse pero no lo hizo. Los nudos que tenía en la espalda le dolieron en el momento preciso, como gritando en agonía para recordarle al cuerpo que no solo el cerebro se cansaba sino también todo lo demás. Así que dio un paso hacia delante y penetró el bien iluminado recibidir del baño.

 No era un sauna, a la manera europea, y tampoco era una turco, como en oriente. Era un lugar algo distinto, con todas las paredes decoradas con pinturas monumentales, de vistas panorámicas y detalles tradicionales. Por estar mirándolas, casi no le pone atención al cobrador: un anciano que estaba sentado detrás de mostrador, apenas visible tras el grueso vidrio que lo ocultaba, con cientos de calcomanías que seguramente correspondían a servicios y  reglas del lugar.

 Como en todas partes en el país, Nicolás se comunicó por medio de señas y un par de palabras que había aprendido. Quiso hacer más por sí mismo antes de irse de viaje, pero su mente jamás había sido la mejor para aprender nuevos idiomas. En eso eran mejores sus hermanos, más jóvenes. Él en cambio había sufrido durante las clases de inglés en el colegio. Se le había grabado algo en la cabeza, suficiente para poder usarlo ahora de adulto, pero sabía muy bien que su acento era fatal.

 Después de pagar la tarifa, le fueron entregadas dos toallas: una grande y una pequeña. La pequeña, según entendió, podía ser usada dentro de los baños como tal. Pero la grande no, esa era solo para secarse una vez afuera. Dentro del lugar no estaba permitido estar cubierto, al parecer una regla ancestral para evitar altercados graves en recintos como ese. Tal vez era algo que tuviese que ver con los samurái o algo por el estilo. El caso es que estar desnudo era la regla.

 Se fue quitando la ropa poco a poco, hasta que se fijó que los otros hombres que entraban, que eran pocos, se quitaban todo con rapidez y seguían a los baños casi con afán de poder meterse en el agua caliente. En cambio él estaba haciéndolo todo lo más lento posible, como por miedo o vergüenza. Cuando ya solo le quedaba la ropa interior encima, se quedó sentado allí como un tonto, sin hacer y decir nada. Entonces entró un grupo de hombres y se dio cuenta que era la hora pico del lugar.

 Ya estaba allí, había pagado y si no se apuraba no habría lugar para él. Se quitó el calzoncillo, lo guardó en un casillero con todo lo demás y siguió a la siguiente habitación, donde había duchas y asientos de plástico. Había que lavarse antes de entrar a los baños como tal. Había jabones y el agua estaba perfecta. Aprovechó mientras no los hombres venían para bañarse rápidamente pero el jabón se le cayó varias veces y, para cuando terminó, ellos ya habían entrado y hablaban unos con otros como si estuvieran en la mitad de un bar o algo por el estilo.

 Al salir de las duchas, por fin llegó a la zona de los baños. Era un sector con techo, como todo el resto, pero parecía estar a la merced de los elementos. Era un efecto genial pues se podía ver el cielo exterior pero era claro que se trataba de un techo de cristal perfectamente hecho. Quedó tan fascinado con esto y con el aspecto general de la zona de baño, que dejó de taparse sus partes intimas y se dedicó a buscar un lugar ideal para sumergirse por un buen rato. Lo encontró con facilidad.

Entró al agua y se recostó contra lo que parecía una gran piedra, pero era sin duda algo hecho por el hombre. Cerca había una pequeña cascada de agua hirviendo, lo que hacía del lugar elegido un punto ideal para cerrar los ojos, estirar brazos y piernas y relajar el cuerpo como en ningún otro lado era posible. Nadie se quedaba dormido, o no parecía ser el caso, pero el nivel de relajación era increíble. Además, los vapores y el olor del lugar ayudaban a crear una atmosfera muy especial.

 Cuando cerró los ojos, Nicolás por fin dejó de pensar en su pudor y en la razón de su viaje. Empezó a analizar todo lo que había visto pero en la calle, en los sitios turísticos a los que había ido. Había quedado fascinado con muchas cosas pero con ninguna de manera consciente. Ahora sonreía como tonto pensando en los niños que jugaban en el tempo y como la luces de la ciudad parecían contar una historia vistas desde arriba, desde la parte más alta de una gigantesca antena de televisión.

 Los nudos se fueron deshaciendo y, con la toallita húmeda en la cara, todo lo que le preocupaba en la vida parecía haberse ido flotando a otra parte, lejos de él. De esa manera pudo darse cuenta de que lo que necesitaba en la vida era un poco más de tiempo para sí mismo. Había tenido la gran fortuna de ser exitoso, primero como parte de un equipo y ahora como parte de su propia empresa. Y jamás había tomado un descanso tan largo como esa semana en Japón, ni si quiera fines de semana.

 Todos los días trabajaba y en los momentos en los que no lo hacía pensaba acerca del trabajo y tenía ideas a propósito de ello y todo lo que existía en su vida giraba entorno a su negocio y en como hacer que cada día fuese mejor. Por eso era un hombre exitoso.


 Pero también era triste, apagado y aburrido. No sabía mucho del mundo y ni se diga de cómo divertirse. Tal vez lo peor del caso es que no sabía bien quien era él mismo. En ese baño, fue la primera vez en mucho tiempo que se sentaba a conversar con una parte de si mismo que no veía hacía muchos años.

miércoles, 7 de enero de 2015

La playa

   Sentir el sol en la piel, la arena raspando el cuerpo cada cierto tiempo y bajo la planta de los pies, y escuchar el sonido del mar. Todo esto era lo que Guille siempre había querido y ahora estaba allí, en la playa, disfrutando de la temperatura y la suave brisa, que hacían una combinación perfecta para relajar hasta al más intranquilo.

Lo mejor de todo era que no había mucha gente en el lugar: para ser una playa cercana a varios hoteles, tenía poco público. Pero eso, lejos de ser un problema, era otro aspecto positivo del lugar. Guille no tenía que preocuparse por si alguien venía a robarle su mochila sino que podía dedicarse a contemplar el mar y su eterna paz.

Cuando se cansó de broncearse, entró al agua. Las olas eran suaves y la temperatura del agua era perfecta para contrastar con el calor que hacía. Desde el agua, Guille podía ver sus cosas y si quisiera podría salir rápidamente. Pero la verdad era que no había necesidad: ahora el tramo de playa en el que él estaba completamente desierto.

Esto se debía, al menos en parte, a que era un día entre semana en el que muchas personas estaban trabajando, además que era temporada baja. Había planeado su viaje así a propósito ya que el joven hombre no gustaba de las aglomeraciones y de tener que esforzarse más de la cuenta para relajarse en unas vacaciones que estaban más que merecidas.

Guillermo trabajaba en un banco, lidiando con los problemas que la gente tenía con frecuencia con la entidades bancarias: prestamos, hipotecas, errores en cuentas, tarjetas de crédito,… Todo ese trabajo tedioso era responsabilidad de él y su gran grado de responsabilidad le hecho acreedor a uno de los mejores puestos en el banco, lo que era tanto bueno como malo..

Era bueno porque era una mejor paga, que necesitaba si quería algún día hacer algo de su vida, algo más en todo caso. Con el dinero de un año de trabajo en su nuevo puesto, había podido mudarse y planear el viaje que ahora estaba disfrutando sin sombra de duda. Además ya no estaba en una estúpida ventanilla sino que tenía una oficina, lo que no estaba mal del todo.

Lo malo de la situación, era que su carga laboral ahora era mucho más pesada. Todos los días, desde primera hora de la mañana, debía lidiar tanto con problemas ridículamente complicados como con idioteces que tenía que explicar un sinnúmero de veces hasta que las personas se dieran cuenta de lo que les estaba diciendo.

Hacía ya bastante rato que Guillermo no creía en la realización de sus sueños. Aunque todavía era joven, había trabajado como loco desde hacía mucho tiempo y no parecía que hubiera ningún tipo de retribución real, o al menos no la que el buscaba. Lo que él quería era tener la libertad de seguir otro camino en su vida, de elegir algo que lo llenara más como ser humano pero eso no parecía que fuese a pasar.

Él siempre había soñado, porque no había otra manera de serlo, en ser un artista reconocido. La música siempre había sido una de sus pasiones y sus padres habían aceptado que, antes de ser un adolescente, tuviera clases de piano, de guitarra y de violín. Era casi un genio para todo lo que tenía que ver con la música, reteniendo datos sobre cantantes o composiciones en su cerebro o tocando para en las reuniones familiares de la época navideña.

Pero cuando empezó a crecer, sus padres cortaron rápidamente las alas que ellos mismos habían ayudado a construir. Sin decirlo de viva voz,  consideraban que la música no lo llevaría nunca a ningún lado y sabían que si querían que su hijo fuera un elemento productivo de la sociedad, deberían alentarlo a hacer algo diferente a la música.

Así que, a meses de graduarse del bachillerato, los padres de Guille empezaron a alentarlo a inscribirse en una universidad en la que solo dictaban para carreras relacionadas a la economía y la política. Ellos decían que eran carreras que pagaban bien y para las que siempre se buscaba gente. Existían la economía pura, las ciencias políticas, la contaduría, la administración, las finanzas,… Cualquiera de ellas, según sus padres, serían opciones perfectas.

Recordando todo esto, Guille metió la cabeza en el agua y la sacó rápidamente, tratando de lavar los recuerdos pero estos estaban demasiado enraizados en su mente, demasiado presentes en su día a día, como para irse simplemente con agua.

Al comienzo, como cualquier joven rebelde, se negó a hacer nada de lo que sus padres dijeran. El primer semestre se fue, no sin reclamos de su madre y su padre que le decían que tenía que ser responsable ya que la vida no esperaba por nadie y no podría nunca vivir del aire o de las ganas de hacer algo que podría nunca funcionar. Eso no importó.

Guillermo fue recalcitrante, empeñado en no dar su brazo a torcer por ninguna razón. Esto hasta que un día su padre, ya bastante enojado, le dejó claro que no habría nada de dinero para él si decidía estudiar o hacer cualquier otra cosa que no tuviera que ver con lo que ellos querían para él.

Esto dejó al chico en shock. La verdad era que no podía creer que sus padres usaran el dinero como arma contra lo que el deseaba. Parecía inverosímil que personas que lo habían engendrado estuvieran tan en contra de lo que él deseaba hacer, vivir. En ese momento se preguntó varias veces si acaso ellos no habían sido jóvenes, si ellos no habían tenido deseos por años o si nunca se habían sentido frustrados.

Las respuestas a esas preguntas dejaron de importar al cabo de un tiempo, el mismo tiempo en que Guillermo tuvo que ceder y dar algo de concesión a los deseos de sus padres. Aunque declaró que jamás estudiaría una carrera universitaria que no significara nada para él y que su mayor deseo era convertirse en un músico real, les confesó que para eso necesitaría dinero y sabía que no lo obtendría de ellos.

Los padres pensaron en ese momento que Guille los dejaría, que se iría de la casa para emprender su propio camino o algo por el estilo pero lo que hizo los sorprendió aún más: el chico decidió que tomaría el camino que ellos deseaban para él pero para conseguir lo que él más anhelaba. Fue así que busco en el periódico y en la calle hasta encontrar un trabajo aburrido, de corbata y zapatos lustrosos.

Su primer día en el banco, como cajero, fue un verdadero infierno. La verdad era que se sentía vencido, abatido por la situación y, tras de todo, se sentía humillado al tener que convertirse en la persona que más odiaba: un chico que hacía lo que sus padres querían, ganando dinero como un androide más en una sociedad que ignoraba a quienes pensaban más de la cuenta.

Por supuesto, sus padres lo felicitaron por su decisión, incluso a sabiendas de las razones que Guille tenía para haberla tomado. Pero para él todo esto, y se lo repetía todos los días, era algo temporal. No pensaba quedarse en el banco más de un año, lo suficiente para ganar el dinero para pagar al menos el primer año de clases de música, tras lo cual planeaba ganar dinero con conciertos en lugares pequeños o en lo que fuera, con tal de lograr su sueño.

Ya habían pasado seis años de ese salto y no parecía que nada fuese a cambiar. Sus padres, tras la alegría inicial, volvieron a insistir en una carrera aseria. Esto hasta que Guille por fin decidió dejarlos y seguir su vida independiente de las decisiones de otros. Al fin y al cabo ya ganaba su propio dinero y no tenía responsabilidades más allá de cuidarse a si mismo. Lastimosamente, rompió con ellos en más de una forma.

Y ahora estaba allí, saliendo del mar para sentarse de nuevo sobre su toalla en la arena, apreciado el brillo de las olas cristalinas y la hermosa transparencia del agua. Era casi como un sueño, uno más, el estar allí sentado, despreocupado de las decisiones que había tomado y de las que habría de tomar en el futuro.

No tenía idea de cual sería su próximo paso en la vida. Tenía el dinero para las clases ahora pero lo sueños mutan, se transforman y ya no estaba seguro de ser quien creía ser o de querer lo que por mucho tiempo creyó anhelar.

Cuando recogió sus cosas y caminó por el borde de la playa, viendo como el sol se ocultaba en un hermoso ocaso, anheló al Sol por una vida de la que pudiese estar orgulloso. Una lágrima fue su ofrenda al astro solar, quién le concedería su deseo pero tendría que esperar, y ese es un reto aún mayor.

jueves, 1 de enero de 2015

Primer día

Es simplemente el mejor día del año para salir, para explorar, para conocer. Las carreteras están vacías y los lugares no pueden estar más en paz. Pareciera que algo extraño ha sucedido, o algo catastrófico pero la realidad no es para preocuparse: es solo el primer día del año.

Siendo el primer día del año, la gente celebra el cambio de calendario tomando, comiendo y, en general, divirtiéndose. Eso ocurre la noche anterior, así que para ser exactos, el primer día del año la gente en verdad no hace mucho.

La mayoría de la gente duerme todo el día, habiendo tomado tanto alcohol la noche anterior. O tal vez es porque han comido demasiado. De todas maneras, las camas son esenciales en este día, ya que la gente prefiere quedarse en la suya antes que salir de ellas. Salir de la casa? Muchas veces, no es una opción.

Esto último tiene una razón: no es solo que la gente sea perezosa o borracha o que esté llena. En verdad es que los comercios cierran, incluso las cadenas de comidas rápidas tienen horarios especiales, así que las mejores opciones para quienes se queden en casa es comprar algo días antes o llamar a un domicilio. Para los que ofrecen ese servicio, es uno de los mejores días del año.

Ahora bien, no toda la gente se queda en la cama. Si por alguna extraña razón se despiertan temprano (la palabra “temprano” queriendo decir antes de las 2 de la tarde), la gente puede sentir la necesidad de hacer algo más que dormir. Así que, aparte de comer si es que no se sienten llenos todavía, está la opción de ver una o más películas. Normalmente, la gente prefiere ver algo ligero como una comedia, una película animada o incluso una película de acción. Los dramas no son muy populares en este día, a menos que sea una de esas películas que “hay que ver” y no la hayamos visto en todo el mes anterior.

Así que películas, comida y dormir en una cama confortable. Que más hay? Bueno, podrían haber visitas. Sí, no es el mejor prospecto para este día, pero miembros de la familia que no se vieron en las últimas horas o amigos podrían aprovechar el día para saludar y desear un feliz año, adems de ﷽﷽﷽﷽﷽udar y desear un feliz año, ademieron en las davde extraña razuno de los mejroes dMuchas veces, no es una opcis son esás de ver que hay de comer o de tomar por ahí si es que la fiesta de la noche anterior fue en tu casa. La mejor manera de lidiar con esto es ofreciéndoles una bebida y haciéndoles ver lo poco que te interesa que se queden. Lo entenderán eventualmente.

Y así es un primer día del año normal, en paz sin problemas ni preocupaciones. La gente evita estos últimos este día porque nadie quiere empezar el año peleando o discutiendo, menos aún por tonterías. La gente quiere empezar en calma, en paz y que mejor que haciendo lo que más les gusta, como un deseo de tener mucho de eso durante todo el nuevo año.

Ese es el primer día del año ideal para muchos pero no para todos. Algunos, claramente no la mayoría, prefieren salir y ver cuan pacifico puede ser el mundo cuando la gente no está en él.

Las carreteras son los lugares ideales para notar este día tan especial: no hay casi automóviles, ni buses, ni camiones. Así que tienes la idea de salir de la ciudad, es ciertamente el mejor día para hacerlo. Las estaciones gasolina funcionan con normalidad y muchos destinos como parques y otros, si no están cerrados, ofrecen precios especiales por el Año Nuevo.

Una buena idea es ir a acampar, caminar o escalar a un parque natural. Es la opción más relajante que se puede elegir aunque algunos parques pueden no estar abiertos al público. Eso sí, no se pueden hacer fogatas ni asados así que es mejor llevar comida enlatada o comer antes o después del paseo.

No hay nadie en el mundo que no disfrute lo maravilloso de un espectáculo natural como lo es caminar bajo el follaje de grandes árboles, ver animales que normalmente no se ven o, si el parque lo ofrece, apreciar la belleza de un lago o de un reservorio. En algunos sitios es incluso posible pescar, lo cual es una actividad muy relajante ya que depende casi exclusivamente de la paciencia.

Otra opción para este día es un poco similar pero para un presupuesto más apretado, si eso es posible. Se trata simplemente de ir a un parque y pasar la tarde allí con la familia. Aunque la posibilidad de que el sitio esté más lleno que un parque natural es bastante alta, la belleza de estar cerca de casa nunca es para ignorar.

Puedes preparar todo lo necesario para hacer un picnic y divertir con la familia comiendo algo ligero, elevando una cometa o jugando con un balón hasta que estés cansado. Claro que podrían solo caminar por ahí o acostarse en el pasto durante horas. Una de las cosas más bellas por hacer, no solo el primero de enero sino en cualquier momento del año, es contemplar las nubes y jugar con las formas.

Si eres un explorador innato, también está la posibilidad de vagar por aquellos lugares que normalmente están llenos de vida y usarlos como fondo para tomar fotografías, para tener así una prueba de cuan dramático es el cambio cuando se le quita la gente a un espacio. Es divertido explorar los lugares que conoces pero viéndolos de otra forma. La fotografías serán geniales.

La última opción es mejor hacerla con alguien que se quiera mucho, en parejas o grupos pequeños. Nada muy grande ni muy arreglado, solo gente que se sienta cercana la una a la otra para compartir un día que se siente especial. No hay que comprar nada ni ofrecer nada, solo caminar, hablar y compartir.

Porque, al final del día, eso es lo más importante: pasar este día y todos los otros días con las personas que más quieras en el mundo. No importa quienes sean, si amigos o familia… El punto es apreciarlos a ellos y que compartan un rato contigo.

Claro que siempre hay que tratar de buscar algo de tiempo para uno mismo., solo para pensar tus cosas, tu vida, las decisiones y todo lo demás. Esto también es algo que se debería hacer todos los días aunque en la temporada de fin de año adquieres algo de significado ya que se puede analizar todo lo hecho en todo un ano, 365 días de una vida.

Lo ideal sería escribir lo bueno y lo malo que te ha pasado en una hoja y también considerar todo lo has hecho por ti mismo, sin pensar si ha sido bueno o malo, solo si lo has hecho por ti mismo, para ti.

Sin embargo, el primer día del año no debería ser tomado como un día definitivo para nada. Muchas personas lo ponen como una meta, para tener más dinero o perder peso o ser más felices o estar más saludables. Pero todas esas metas son artificiales, te las pones tu mismo como retos personales de los cuales solo tu vas a estar pendiente. Nadie más sino tu está en esa carrera.

Así que, la idea, es ser menos trágico sobre este día que no es más que una casilla en el calendario. Nada va a suceder si no vences esas metas que te impones, nadie te verá diferente si pierdes peso o te dan ese trabajo ideal. Quien te ame de verdad te amará no importa que y se deciden dejarte es solo usando tus metas para hacer sentir mal, usándolas de excusa para salir corriendo.

El consejo sería solo vivir este día, y todos los días, al máximo. Sin esperar nada de nadie sino haciendo lo que te hacer estar feliz y en paz. El primer día de un nuevo año es simplemente el primer fragmento de un año, que es solo una medida de tiempo. Así que porque sentir afán, porque sentir que no hacemos lo suficiente, preocupándonos por algo que ya es lo que es y no cambiará?


En conclusión, tengan todos un muy feliz primer día del año y siempre recuerden sacar todo lo que desean de ustedes mismos y no de los demás. La llave para la paz física, espiritual y mental no está nunca en un nuevo año sino en nosotros mismos.