Mostrando las entradas con la etiqueta afectado. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta afectado. Mostrar todas las entradas

martes, 27 de septiembre de 2016

Malestar

   Fue de repente, como si me echaran un vaso de agua fría encima y quedara todo mi cuerpo congelado en el acto o al menos temblando incontrolablemente. No sé de dónde salió la sensación pero sentía un sudor frío pegado en la frente y que los huesos no se sostenían con tanta convicción como lo habían hecho hacía apenas unas horas. Era como si algo hubiera entrado en mi cuerpo de manera sorpresiva y hubiera destrozado cada una de las defensas de mi cuerpo. Podía imaginar cómo era: una guerra relámpago, sorpresiva.

 Desde la mañana creo que me sentía mal pero no quise reconocerlo. Mejor dicho, no quise ver que me sentía mal y menos habiendo salido hacía tan pocos días de sentirme también muy mal por culpa de los cambios de temperatura. Era como si mi cuerpo hubiese quedado arrasado desde antes y por eso ahora cualquier cosa podía entrar como Pedro por su casa. Ahora mismo siento como todo pesa. Es muy extraño sentir de verdad el cuerpo, darse cuenta que es algo que es sensible y que puede cambiar su estado en segundos.

 ¿Pastillas o no? Nunca he sido muy fanático de tomar nada cuando me siento así pero estoy desesperado. Tanto que ayer me tomé dos de una sentada, a pesar de que dicen que eso no se debe hacer. Pero es que tenía que hacer algo. No funcionó muy bien. El malestar parece que se frenó pero igual seguía avanzando. Tanto así que cuando llegué en la noche a mi cama, la gravedad estaba haciendo la gran mayoría del trabajo. Yo solo podía dejarme llevar o más bien dejarme caer. Cada parte del cuerpo estaba en alerta roja.

 Es un fastidio estar así, tener que sentir que el cuerpo falla y que no hay nada que se pueda hacer para evitarlo. Y lo peor es cuando se siente como cada partecita se va apagando, va cediendo a lo que sea que esté sucediendo. Y vienen los dolores y las condiciones que hacen que se sienta uno mal o peor que eso. A mi siempre me ha parecido que no tiene sentido cuando algunas personas parecen disfrutar de cuando están enfermos. Dicen que hacen unas y otras cosas y que lo pasan bien luchando contra lo que sea que tienen. ¡Que estupidez!

 Yo esto me lo quiero quitar de encima ya. Quisiera que fuera como un manto que, pesado y todo, se puede quitar a voluntad, lanzándolo al suelo y haciéndole recordar que no es nada y que no me puede afectar ni ahora ni nunca. Pero estando así, con dolor de cuerpo y ese maldito sudor frío que me hace sentir más débil de lo que estoy, es como si todo fuera a ser así para siempre. Es algo que pasa siempre que a uno le pasa algo malo: se piensa que no es momentáneo y que las cosas van a quedar, al menos, afectadas por ello para siempre. No es verdad pero el cuerpo es tonto.

 Es que si no lo fuera, no lo convencería a uno de que se siente todo peor de lo que es. Y es lo peor, sobre todo, cuando se tienen muchas cosas que hacer o se viene un momento especialmente importante. Eso es lo que me pasa ahora con este malestar incómodo. Esta semana tengo muchas cosas que hacer, que terminar, que arreglar. Tengo responsabilidades y deberes y una enfermedad, o lo que sea esto, no me viene bien pero por ningún lado. Ya quisiera yo que me pasara cuando no tengo nada que hacer o cuando quiero evitar ciertas cosas. ¡Eso ya sería otro cuento!

 Pero así no son las cosas y ya me toca resignarme. Tengo que ver como puedo sacar esto que tengo adentro, porque dudo que después de un día se haya salido así como por arte de magia. No importa que haya tomado yo ayer con mis amigos, y casi no tomé nada, o que haya comido desde el momento en el que empecé a sentir mal. Creo que todo eso ya da igual a estas alturas. El punto es sacar lo que tenga uno de adentro y mandarlo a volar pero necesito saber que hacer. Creo que estoy desesperado y me urge saber que es lo que tengo que hacer.

 De pronto lo mejor sea quedarme en esta cama todo el día, cubierto por una sábana delgada y no muy limpia. La habitación se calienta con facilidad entonces tengo que poner a circular aire pero si lo hago regresan los escalofríos y ese sentimiento de que me estoy congelando. Nada parece ser totalmente efectivo y eso me saca de casillas porque lo que necesito ahora es una solución casi mágica. Ya sé que eso no existe pero debería existir y quiero que exista y soy libre de querer que lo improbable sea real

 Pero bueno, estaba pensando si debería quedarme en casa. Con este dolor de todo no puedo hacer ejercicio apropiadamente porque me da mareo y no la verdad es que no quiero comer nada para no arriesgarme a sentirme igual de mal que ayer. Es que se me revuelve el estomago de solo pensar como el olor de una comida o como solo caminar me estaba dando ganas de vomitar en la mitad de la calle. Creo que la gente pensó que andaba borracho cuando no podía estar más lejos de esas situación. Bueno, eso si es que alguien se fijó porque ya nadie pone atención.

 De hecho, estuve con varias personas con las que ya había quedado anteriormente, y creo que la mayoría no notó que yo no me sentía nada bien. De pronto estaba pálido o poco energético pero menos mal mi personalidad de siempre no es lo que uno llamaría explosiva así que no es algo que revele nada de lo que me pasa. Les doy muy poco crédito pero es que dudo que alguien se fije tanto, a menos que lo conozcan a uno tan bien que sepan que pasa sin tener que preguntar nada. Eso sería muy interesante pero no realista, en este caso.

 Mi espalda me duele. Creo que me duele igual que las piernas, como si alguien me hubiese cogido a patadas o algo por el estilo. Se siente horrible este malestar ridículo que no había vivido en tanto tiempo y que estoy seguro que viene de algo muy simple, de alguna intoxicación con alguna comida que no tengo idea cual sería. Se supone que siempre miro lo que como, que reviso las fechas y que me precio de verificar que no esté comiendo cosas viejas o mohosas o lo que sea. Y aquí estoy, con el sudor frío que no se me despega.

 Mierda… No recordaba que de pronto tengo más que hacer hoy y que no puedo permitirme descansar. Ayer llevé mi cuerpo al límite. Estaba débil pero no quise verlo y cuando salí a la calle sentí que me iba a morir allí mismo, entre ola y ola de compradores y de turistas desubicados que se sienten en otro planeta solo porque están lejos de casa. Tuve que detenerme varias veces para poder encontrar el impulso para seguir pues me gusta hacer lo que planeo o sino siento que he perdido el día o que no he realizado mis objetivos.

 Sé que es una ridiculez porque nadie está concursando conmigo ni nada por el estilo pero cuando pienso algo tengo que hacerlo o sino siento que me amarran las manos y que soy un inútil por no llevar mis ideas al nivel en el que se convierten en realidad. Ayer, a pesar de que no creía poder terminar lo que tenía que hacer, pude hacerlo. O bueno, eso creo. Puede que quede una que otra cosa pero nada importante, nada que no pueda esperar a hoy o mañana.

 Y ahí es cuando entra de nuevo este malestar. Porque no quiero perder ni uno de estos últimos días. No quiero tirarlos a la basura y luego recordar que no hice nada para aprovecharlos al máximo. Me daría vergüenza admitir que los últimos días de mi estancia en este país no hice nada más sino quedarme en una cama viendo como pasaba el tiempo a mi alrededor y nada más. Solo necesito hacer una cosa hoy para sentir que no tirado mi tiempo a la basura, para sentir que lo que sea que tengo no me ha ganado ni yo lo voy a dejar ganar.


 Muchas palabras y nada de sustancia, al menos no por ahora. La verdad es que no sé que hacer excepto tal vez lo mismo de siempre. Dicen que conservar la rutina, las costumbres, es lo mejor para que el cuerpo entienda que no puede dejarse someter por cualquier cosa que entra a hacer estragos. ¿Dónde está ese remedio milagroso? Lo necesito con urgencia. Y mientras tanto lo que haré es analizar que es lo que siento para poder dar los siguientes pasos y no quedarme aquí, como un paciente terminal. ¡Si lo que tengo no es para tanto!