martes, 27 de octubre de 2015

Cosa de una noche

  Todo había ido bien hasta que decidió recostarse en mi pecho. Me abrazó con suavidad y se quedó ahí, con los ojos cerrados, como si no fuera moverse de ahí nunca más en su vida. Sinceramente, eso me asustó. Yo estaba listo para decirle que ya podía irse he incluso había revisado el horario de los buses para decirle cual le servía y en donde podía tomarlo para que llegase pronto a su casa. Pero no, él decidió recostarse en mi pecho y quedarse ahí toda la noche. Por un buen rato, quedé como de piedra y no me movía, como si hubiesen hecha miel por todos lados y no quisiera untarme pero pasado un tiempo tuve que relajarme y acomodarme como mejor pude para dormir. Él parecía auténticamente dormido y solo ajustó su cuerpo cuando me moví.

 Al otro día, me di cuenta que había dormido más de la cuenta. Era sábado, así que no importaba, pero no me gustaba dormir demasiado porque después el día parecía ser demasiado corto. Él ya no estaba recostado en mi pecho y lo agradecí. Me desperecé y salí de la cama al baño, a lavarme la cara y verme en el espejo. Se me notaban las cervezas y el estomago me gruñía como un perro por haber tomado, además, esa botella de vino. Esperaba que no me hiciese daño, como ya había pasado, porque planeaba un sábado familiar y no podía decepcionar a nadie al no ir. Decidí ducharme de una vez para estar listo más rápidamente. Allí dentro borré el recuerdo del hombre dormido en mi pecho y solo pensé en que había sido una buena noche, tal y como había querido.

 Normalmente yo no hacía nada los viernes por la noche. Había ocasiones en las que mis amigas me invitaban a tomar algo o a bailar pero no era algo muy frecuente pues ellas también tenían sus vidas, parejas y familias y otros amigos y no podía ser algo de todas las semanas. Así que de resto, era solo yo viendo y tomando cervezas que me ayudaban a dormir después de una semana de trabajo en la que seguramente el sueño había sido escaso. Pero ese viernes me entraron ganas de hacer más cosas y, por internet, di con ese personaje, con el que ya había salido hacía mucho tiempo pero que solo quería ver una vez más y no precisamente para recordar los viejos tiempos. Podía haber sido un error.

 Cuando salí de la ducha, me sequé rápidamente y dejé la toalla de lado para elegir la ropa que me iba a poner. Estaba concentrado eligiendo los calzoncillos cuando pegué un grito digno de una princesa de cuentos al ver por el rabillo del ojo que Juan, el que se había quedado dormido sobre mi pecho, había entrado a la habitación con una bandeja llena de cosas para comer. El grito no lo escuchó o fingió no escucharlo. Yo automáticamente tomé la toalla y me cubrí. Este sí que le pareció gracioso e hizo un comentario, que ahora no recuerdo cual es pero algo tenía que ver con lo que había cubierto.

 Le pregunté porque no se había ido a casa y me contestó, todavía sonriendo, que había querido darme un sorpresa al prepararme el desayuno. Me pasó la bandeja y vi que había ido a la panadería a comprar cosas porque mi cocina estaba más bien vacía. Lo miré a los ojos y no podía decirle otra cosa que no fuese gracias. Le dije que me tenía que preparar para salir con mi familia a lo que él respondió, sin pensarlo al parecer, preguntando si podía ir. Por un momento no dije nada, pensando que se iba a dar cuenta de su propio error pero como no dijo nada le contesté que no podía llevar a nadie. Para darle gusto, me tomé el jugo de naranja y me comí un pan con chocolate que había en un platito. Le dije que el resto me lo comería luego pero que primero necesitaba que fuese a casa.

 Por lo visto, él lo tomó como preocupación mía por él y por eso me hizo caso. Es obvio que yo no tenía la menor preocupación por él sino de él pues tenía miedo que pudiese forzar su presencia en un evento familiar como el que iba a tener. Apenas salió de mi apartamento, cerré la puerta con fuerza y me arrepentí de mis arranques nocturnos. Además porqué había tenido que ser él? Aunque, recordando el pasado, yo no recordaba que él fuese un personaje tan obsesivo y francamente de miedo. Debía de haber sido algo que había pasado en el tiempo que no nos habíamos visto, que habían sido varios años. Seguramente alguna experiencia lo había cambiado o se estaba haciendo el loco. Quién sabe?

 Yo terminé de vestirme, comí las tostadas que Juan había hecho y salí de mi casa pues estaba con el tiempo justo. La celebración era el cumpleaños de mi abuela, la única de su generación que nos quedaba en la familia. Obviamente era algo que celebrar, más aún cuando en su vida ella no había celebrado mucho que digamos su cumpleaños. Su familia era humilde y no tenían para esas cosas, además que en el pasado solo los ricos se preocupaban por cumplir años, los pobres tenían mejores cosas que pensar que esas. Así que ella estaba entre entretenida y amargada, pues la idea era confusa en su mente y no era para menos si de ochenta cumpleaños solo te han celebrado una cuarta parte o menos.

 Hubo torta, hubo mucha comida y todo se hizo en un espacio alquilado por uno de mis tíos, una finca hermosa con el prado salvaje y perros corriendo por un lado y otro e incluso algunos animales de granja. La idea era darle un toque del campo, así fuera la parte más comercial de este. Yo comí y la pasé bien pero a cada rato, exactamente cada hora, recibía un mensaje de voz en mi celular de Juan. Me deseaba buen día y buena suerte en todos pero también agregaba comentarios más privados, los cuales yo trataba de escuchar alejado del resto de mis familiares. Hubiera sido bastante particular si oyeran algunos de los comentarios de Juan.

 Mientras comíamos y demás, y después de recibir otro mensaje con línea para adultos, me puse a pensar en él y traté de entender que era lo que pasaba. Sería que en serio yo le gustaba? Pero desde cuando? Cuando salimos hace años él no mostró tanto interés y la verdad era que yo no estaba nada acostumbrado a este nivel de atención. Que no era el mejor tipo de halagarme, es cierto, pero era mucho más de lo que yo recibía normalmente de los hombres, con lo que salía y con los que no. Mucha gente cree que por tratarse de hombres que salen con hombres las cosas son más sensibles y la verdad es que no. Normalmente no tengo que decir “Vete de mi casa” ya que cuando lo pienso ya lo están haciendo. Es en parte lo que no me gusta de todo el asunto.

 A veces esas caricias, esos besos y hasta el sexo mismo se siente artificial, como que no hay nada detrás de todo eso, que todo es una actuación espectacular de dos actores que han decidido compartir una genial obra entre los dos. Se pasa bueno, claro que sí. Pero también se siente muy vacío a veces y puede llegar a cansar. Además, no estoy acostumbrado porque nadie nunca me había dicho lo que él me decía y por eso es que ese día escuché los mensajes completos, así me fastidiaran un poco. Es extraño pero me sentía extrañamente bien de oír su voz, así supiera que si seguían las cosas igual tendría que detenerlo para explicarle que yo relaciones sentimentales, no busco con nadie.

 El día con mi familia fue simplemente espectacular. Vi a muchas personas que no veía hace muchos años y pude pasar el tiempo con mis hermanos y mis padres, que veo seguido pero que no me canso de ver. Además jugué con los perros y hablé con mi abuela junto a los animales. Allí me contó que todo le parecía muy gracioso, pues ella jamás había tenido dinero para tener tantos animales en un mismo sitio, aunque los hubiese tenido de haber podido. Pero ella apreciaba el gesto y yo aprecié que me contara eso y más confidencia de su vida que debí guardar mejor porque mi memoria es débil y son historias dignas de contar, ya sea en un libro o una película o en lo que sea.


 Cuando llegué a mi casa, lo primero que hice fue quitarme la ropa y cepillarme los dientes. Era tarde y la verdad estaba cansado, sin hambre, solo con unas ganas increíbles de estar en la cama y dormir. Me metí entre las sabanas y me acomodé de la manera que más me gustaba pero entonces me di cuenta de algo y no me pude dormir al instante. Tuve que tomar mi celular y escribir un poco porque sabía lo que necesitaba. No pasaron veinte minutos y llegó él. Nos acostamos en la cama y lo abracé. No quería saber lo que pasaría luego o si era un error. Era lo que necesitaba en ese momento y no creo que eso sea algo malo. Sus pies estaban tibios y le besé la nuca a Juan antes de quedarme dormido.

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